Si sos vegano en serio, no necesitás que te engatusen con queso que no es queso y jamón que no es jamón. Dejen de confundir, definan una identidad propia.
Soporté a duras penas, hace algunos días, una entrevista que le hicieron en la televisión argentina a una señora que dirigía una exposición de productos veganos en Buenos Aires.
Aclaro, antes de seguir, que tengo el mayor de los respetos por quienes han hecho una elección de vida optando por alimentarse exclusivamente con productos del reino vegetal. Pero el asunto se oscurece cuando las convicciones personales se vuelven una corriente que, en el caso del veganismo, muy pronto enlistó a fanáticos conversos que la convirtieron en religión. Y oscurece aún más cuando se miente pasando gato por liebre. Eso sí me molesta.
QUESO Y JAMÓN — Volviendo a la expositora, dice que están ofreciendo queso y jamón veganos.
Pongamos las cosas en claro. El queso se elabora a partir de la leche que de animales de la familia de los bóvidos, vacas y búfalos hembra. También se hace de leche de cabra o de oveja. Según la región y la cultura, el queso tiene miles de variedades. Pero siempre es queso de origen animal.
Ignoro qué están haciendo los veganos que se permiten el atrevimiento de llamar queso. Según la señora de la televisión, mezclando esto y aquello -todos vegetales- se obtiene un queso que no es queso pero que ellos llaman queso porque se parece al queso.
Y esta es la peor parte. Para convencer a sus acólitos que coman esa pasta vegetal, les dicen que es “queso vegano”. Pregunto, sin ánimo de polemizar: Ya que se tomaron el trabajo de inventar una corriente y ponerle un nombre, ¿porqué no inventan otro nombre para ese menjunje? Ah, claro, si no dicen que es queso, seguro que la gente no lo come. Hay que darles “la impresión” de que comen queso. O sea, son veganos pero necesitan imaginarse que comen queso verdadero para tragarse ese revoltijo vegetal.
Lo mismo pasa con el jamón vegano. No existe el jamón vegano, métanse eso en la cabezota. El jamón es una delicia gastronómica llevada a la perfección durante siglos por las culturas española e italiana. Se hace a partir del cuarto trasero del cerdo, curado, salado y estacionado durante meses. Cualquier otra cosa que no se haga con carne de cerdo y que se atreven a llamar jamón, es una estafa.
Otra engañifa para veganos dubitativos, que necesitan la visión de un jamón auténtico hecho de carne roja veteada con blancos hilillos de grasa, para meterse en el buche su coctel de… de lo que sea.
SIGUEN LAS MENTIRAS — Esta engañifa viene funcionando desde la era de la “leche de soja”, que tampoco es leche pero que se intentó hacernos creer que lo era. Otra estafa es la milanesa de soja. Y ahí han desbarrancado porque se metieron con una gloria de la gastronomía popular, pretendiendo reemplazar la milanesa hecha de tiernas lonjas de rabadilla vacuna por una insípida pasta de vaya uno a saber qué bulbos, raíces o granos macerados y apelmazados Dios sabe con qué aglomerantes.
Soy omnívoro porque pertenezco a una especie que lo ha sido desde su origen, hace dos o tres millones de años. Tan mal no nos ha ido. Es más, estudios recientes indican que el cerebro humano adquirió su tamaño actual cuando el hombre empezó a comer carne. Así que, salvo que los/las veganos/as sepan algo que nosotros no sabemos, dejen de confundir a la gente y llamen las cosas por lo que las cosas son.
El queso es queso porque se hace de leche de vaca. Y el jamón es jamón porque se hace de carne de cerdo. Ustedes… llamen a licitación y pónganle a sus inventos fitomorfos los nombres que se les antoje.
Pero por favor, empiecen por respetar las denominaciones de origen.