Los ambientalistas extremos locales se van quedando sin argumentos para sus aventuras usurpadoras de tierras.
ASUNCION, 22-06-2021 (Chaco 4.0) — Una comunicación del Instituto de Biotecnología Agrícola (INBIO) confirma lo que desde hace tiempo se viene sosteniendo en los ambientes científicos: el glifosato no implica riesgo alguno de cancer en seres humanos ni acarrea peligro para el ambiente.
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Las principales conclusiones de institutos de gran prestigio internacional afirman que:
- “No hay evidencias científicas como para calificar al glifosato como cancerígeno”.
- “…Se ha logrado un acuerdo basado en datos científicos que permiten clasificar el glifosato como no cancerígeno»
- “La EPA de EE.UU. ya no aprobará etiquetas de advertencia que afirmen que el herbicida glifosato causa cáncer”.
- “Se trata de una afirmación falsa y engañosa y es totalmente irresponsable exigir etiquetas que son inexactas”
Estas definiciones son terminantes y pertenecen a instituciones de gran prestigio internacional, tales como la Agencia de Protección Ambiental de Estados Unidos, el Comité de Evaluación de Riesgos de la Agencia Europea de Sustancias y Mezclas Químicas (ECHA) y el Comité de Salud Pública y Seguridad Alimentaria de la Unión Europea.
Nunca antes tantas instituciones de seriedad comprobada habían coincidido en tan terminante calificación respecto al uso de sustancias químicas en labores agrícolas.
Erico Brivio, portavoz de ECHA, puso de resalto que el análisis exhaustivo del glifosato se realizó “como parte del estudio para ampliar la licencia del uso del producto dentro de la Unión Europea”.
Otro referente del sector de investigación, Andrew Wheeler, administrador de la EPA norteamericana, aseguró enfáticamente que «es irresponsable exigir etiquetas que son inexactas, cuando la EPA sabe que el producto no representa un riesgo de cáncer”.
CAMPAÑA TENDENCIOSA – Sin evidencia alguna de lo contrario y desconociendo dictámenes terminantes de instituciones de prestigio mundial, organizaciones locales se dedican a diseminar publicaciones y panfletos que equiparan al glifosato al nivel de un veneno mortal.
Greenpeace es una de las organizaciones que encabezan estas campañas, que se asientan en supuestos y definiciones hipotéticas sin fundamento científico alguno.
Para producir más efecto en la opinión pública, estos activistas mezclan tres elementos supuestamente dañinos para la salud humana y el equilibrio ambiental: el cultivo de la soja, los transgénicos y el glifosato.
A la soja se refieren como “monocultivo” ignorando exprofeso que la oleaginosa encabeza una cadena de valor que integran el maíz, el trigo, el girasol, la canola, el sorgo y una amplia variedad de abonos verdes.
A los transgénicos, Greenpeace los califica de “organismos vivos que pueden reproducirse, cruzarse y provocar daños irreversibles en la biodiversidad y los ecosistemas”, cuando no hay una sola evidencia de que eso haya ocurrido en ninguna parte. Todo lo contrario, los OGM (organismos genéticamente modificados) están demostrando ser el principal aliado para aumentar los volúmenes y la calidad de producción de alimentos para una humanidad en constante expansión.
Del glifosato, la misma organización internacional asegura, sin fundamento científico alguno, que la “exposición a esta sustancia se ha relacionado con el cáncer en humanos y con la degradación de ecosistemas”. Como queda probado más arriba, todo eso es una falacia probada por instituciones norteamericanas y europeas.
POLITICA BASURA – A nivel local, a estas campañas se unen los activistas políticos de baja estofa en los que se mezclan senadores, supuestos dirigentes “sin tierras”, políticos oportunistas, abogados maniobreros y, sobre todo, usurpadores profesionales de propiedades privadas. Esta es una mezcla particularmente toxica porque es la que acecha, atropella, usurpa y mantiene ocupadas tierras públicas y privadas bajo la mentirosa etiqueta de reforma agraria. Ya se han tragado centenares de miles de hectáreas sin otro resultado que el comercio de tierras de valor inmobiliario.
Para darle una consigna a estos operativos de usurpación, las organizaciones hablan de “sojeros que depredan montes para plantar soja y que envenenan la tierra con los transgénicos y el glifosato”. Como hacen bien su “faena”, fotografían y graban todas sus operaciones para enviarlas a sus patrones de algunos países europeos que financian estas aventuras “ambientalistas”.
Pero, como se puede ver, quedan cada vez más expuestos en sus falacias.
La ultima mentira que acaba de caer es que el glifosato produce cancer.
La farsa se les termina.