¿De esta gente esperamos el cambio que saque a las ciudades del medioevo urbanístico?
Tres de cada diez viviendas de Asunción carecen de desagüe cloacal. Siete de cada diez no cuentan con alcantarillado pluvial. Recién ahora, cinco siglos después de su fundación, la capital pone en funcionamiento la primera planta de tratamiento de aguas negras que, en su mayor parte, siguen descargándose sin tratamiento alguno en la bahía de Asunción o el rio Paraguay.
Y esto es Asunción. Imaginemos las demás ciudades del país, en particular los otros 19 distritos del conurbano que concentra casi 2,8 millones de habitantes. Hasta hoy Asunción -y sus “socias” de los alrededores- sigue tirando la basura en Cateura, un antiguo paraíso natural convertido en un infierno de mugre, malos olores y refugio de alimañas. El interminable desfile de administraciones, desde la era del general intendente en los ’70, ha sido incapaz de proyectar y poner en práctica un sistema de disposición final eficiente de desperdicios acorde con estos tiempos en que todo se recicla. Ahí tenemos el vertedero, rezumando aguas negras, una permanente amenaza para el rio Paraguay lindante.
Y SIGUEN ENSUCIANDO – En Asunción, una ciudad sucia, llena de baches, con calles que parecen senderos de cabras, un transporte público que trata a la gente como carga muerta y un tránsito cada día más caótico, los que quieren quedarse con las 24 bancas de concejales, y la propia Intendencia Municipal, salen a enmugrar aún más la ciudad. ¿Es lo único que saben hacer? ¿Enchastrar paredes, postes de alumbrado y arboles con sus ridículos afiches llenos de caras estúpidamente sonrientes? ¿Enmugran todavía más una ciudad casi abandonada a su suerte?
Lo único que a uno se le ocurre pensar es que tanto batifondo, tanta camioneta parlanteando grotescas cachaquitas con el nombre de este o aquel candidato, sólo tiene un objetivo: capturar la banca desde la cual, aparte de los 16 salarios mínimos que cobrará por mes, hará valer su voto según sople el viento de los negocios.
Así es hasta hoy. Y parece que seguirá siéndolo per secula seculorum.
A propósito: ¿Sabe Ud. cuánto le cuestan los concejales de su ciudad?