Ha desnaturalizado por completo la representación popular que se le entregó en las urnas. Tiene que irse.
Por Cristian Nielsen — Editor
Si hubiera solicitado una excepción por cuestiones de salud, haciendo las cosas por la derecha y a la luz pública, quizá otra hubiera sido la reacción de la ciudadanía. Pero prefirió la trampa, la ventaja que le ofrece el poder para acceder a la vacuna contra el COVID aprovechando la genuflexa actitud de personal de salud que le ofreció inmunizarla antes de que le correspondiera su turno.
Esta miserable concepción del ejercicio del poder pudre hasta la raíz la función pública y vacía de todo significado el concepto de representación popular.
La senadora Mirtha Gusinky ha traicionado esa representación, la ha revolcado por el fango al tiempo que se apropiaba de un bien público -la vacuna- en beneficio propio y en detrimento de capas de la sociedad mas vulnerables, en especial personas de la tercera edad en situación económicamente precaria.
SIN REPARACIÓN — Esta traición flagrante no tiene reparación salvo con la renuncia a su banca. ¿Puede concebirse mayor bajeza moral que robarle vacunas a la gente más vulnerable, la que depende totalmente del Estado para tener una esperanza de vida frente a la epidemia más letal que se haya cebado del Paraguay?
Y encima de todo esto, la senadora se permite dirigir al presidente del Congreso una nota en la que pretende dar explicaciones sobre su inconducta con argumentos bizarros, confusos y tan contradictorios como ofensivos a la inteligencia.
Señora Senadora Gusinky: Usted no le debe explicaciones al Presidente del Congreso. Se las debe al pueblo que la votó confiando en que pelearía por sus más legítimos intereses. ¿Puede existir misión más alta y honrosa para un senador, en este tiempo de muerte y desesperación, que garantizar a todos, comenzando por los más vulnerables, una vacuna que puede significar la diferencia entre la vida y la muerte? ¿Cómo se atreve a decir, en esa malhadada carta, que había “vacunas sobrantes que no debían ser desperdiciadas”?
BASTA DE CANTINFLEAR — Usted no tiene perdón, porque está tratándonos a todos de imbéciles que creemos cualquier cantinfleada.
¿Así que había vacunas que sobraban? ¿Qué le sobraban a quién?
¿Porqué Ud., en vez de aprovecharse de este acto abyecto de sus “vacunadores” no los agarró a todos de la solapa y los llevó, junto con las vacunas “sobrantes”, a alguno de los vacunatorios en donde la gente humilde espera horas y días para vacunarse? ¿Así cuida Ud. de los intereses de sus votantes?
Váyase de su banca, Sra. Mirtha Gusinky. Renuncie hoy mismo. Vuelva a la vida privada en donde le va muy bien y viaje a Miami a vacunarse, como hacen todos los que tienen con qué hacerlo. No intente dar lástima con una nota llena de inoportunas sensiblerías. La ciudadanía no tiene porqué soportar su puesta en escena luego de comprobar su manifiesta incapacidad para honrar el cargo que le ha sido confiado.
Váyase.