El hospital de mayor complejidad en construcción en Coronel Oviedo cuesta la mitad de toda esa fortuna.
Cristian Nielsen – Editor
Así como suena. Mantener funcionando el edificio del Congreso con sus 125 legisladores y casi 3.000 funcionarios -la mayor parte simples parásitos mano de obra electoral- va a costarle este año al país algo más de Gs. 500.000 millones. Semejante cifra equivale al valor exportado de 171.000 toneladas de soja o 17.500 de carne bovina.
Más allá de este monumental gasto burocrático -para una economía zamarreada por la pandemia-, está la razonabilidad del mismo. He estado haciendo algunos cálculos para despejar factores y dejar a salvo la intangibilidad de la institución constitucional y democrática llamada Poder Legislativo. La institución, en sí misma, no tiene la culpa de haber caído en manos de una cáfila de depredadores que se da la gran vida con dinero público.
Dicho esto, la dieta de 125 legisladores de 13 meses sale Gs. 52.000 millones. Además, hay que pagarles el combustible, porque parece que ellos no pueden costearlo de su salario como cualquier ciudadano. Esto le cuesta al tesoro público 3.000.000 por honorable, lo que agrega otros Gs. 4.500 millones y con eso llegamos a los Gs. 56.500 millones. Al salario y otros gastos de los honorables hay que adicionar lo que pesan presupuestariamente 3.000 funcionarios, en total, Gs. 196.000 millones anuales. Ahi ya alcanzamos Gs. 252.000 millones. Con eso el Congreso debería poder funcionar perfectamente, aunque uno duda dónde entrarán todos, funcionarios y legisladores al mismo tiempo. Pero esa es una cuestión que la física tendrá que explicar algún día.
La pregunta que cabe en este caso es: ¿Qué demonios hacen con los 248.000 millones de guaraníes restantes de la catarata de plata que les bombea Hacienda? Supongo que no incurrirán en la desverguenza de decir que toda esa montaña de plata es para luz, agua, teléfonos y papelería. Ni siquiera mantener el comedor del Congreso justifica todo eso, salvo que traigan la comida del Maxim’s de París. Porque no sé si saben que a los honorablos y honorablas hay que echarles de comer todos los días, como ocurre en todas las jerarquías de la administración pública paraguaya.
Lo dicho al comienzo: el problema no es el gasto en sí sino su racionalidad. En el caso del Congreso carece por completo de ella. Es simple y asqueroso derroche de plata. Veamoslo desde este angulo: Gs. 248.000 millones equivalen a cinco veces los gastos de capital de la Universidad Nacional, dentro de la cual está incluído el Hospital de Clinicas. Dicho hospital tiene 2.250 trabajadores, 643 de los cuales ganan menos del mínimo. Los médicos pidieron para este año un plus de Gs. 48.000 millones para reabrir laboratorios, renovar equipo y abastecer de medicinas al hospital. Los filibusteros del Congreso se chupan cinco veces eso en «gastos varios». En plena pandemia, ¿da o no asco semejante atraco a las arcas públicas?
Si uno repasa el presupuesto general de este año, ministerio por ministerio, entidad por entidad, se va encontrar con esta verguenza del Congreso repetida hasta el infinito. Si Marito tuviera valor ciudadano y el inquilino actual de Hacienda lo acompañara, podrían realizar una verdadera revolución pacífica reordenando prioridades, acabando con los piratas que destrozan las finanzas del país y encarando un 2022 mejor administrado y sin necesidad de endeudar más al país.
Eso es lo que imagino. Pero, creo que no tendremos esa suerte. El festin de gargantúas y pantagrueles a costa del imbécil -nosotros- que paga impuestos, seguirá indefinidamente.