La Organización de Fanáticos Fundamentalistas se cae a pedazos.
Por Cristian Nielsen
Hoy voy a hablarles de la Organización de Fanáticos Fundamentalistas (OFF). Funciona financiada por los pelotudos de siempre que aportan dinero a ciegas sin saber a dónde va ni qué se hace con toda esa plata. Aunque últimamente, los pelotudos empezamos a constatar a donde va y que se hace.
Está habitada por un conglomerado de sujetos muy bien organizados que se identifican con un abanico de logotipos según el “target” que les toque activar: género, ambiente, economía, salud, política, violencia etc. Cuestión de saber elegir, porque por ahí uno va a parar a un colectivo con demasiados comensales y poco presupuesto. Hay plata para repartir, pero no alcanza para todos.
Imprescindible para formar parte de la OFF y sus organismos subsidiarios es tener un buen surtido de títulos: de grado, de posgrado, maestrías, doctorados y especializaciones diversas, y poder colgar de la pared principal de la consultora (porque hay que tener una consultora para integrar la OFF) una buena galería de certificados de asistencia a conversatorios, simposios, jornadas, congresos, seminarios, observatorios, encuentros y demás formas de juntarse para hacer turismo de eventos, gastar viáticos y conocer lugares que de otra manera jamás habrían visitado.
Pero lo más importante para ser miembro de grado, académico o socio calificado de la OFF es curtir alguna idea extrema que dé rating, motive multitudes y, en consecuencia, genere telón de fondo para pronunciamientos de tipo terminal, como por ejemplo: “Tenemos 10 años para salvar al planeta”. Lo de menos es probar el aserto. Basta con tener siempre a mano palabras como deforestación, cambio climático, calentamiento global y agricultura intensiva, mezclarlos en una batidora y servir el resultado bien frapé, según la ocasión.
Pero la OFF no tuvo en cuenta, antes de abrir el negocio, el poder de la competencia. Veamos lo que publicó, por ejemplo, «la otra» organización:
“El cambio climático, la deforestación o la producción intensiva de alimentos son algunos de los factores asociados al aumento de las enfermedades zoonóticas. La pandemia de COVID19 reclama acción climática urgente”. Firmado: Organización de las Naciones Unidas.
Tengo que confiarles que este Tweet causó una enorme furia al interior de la OFF. Sus principales referentes estallaron en furiosos improperios dirigidos a sus propios integrantes. El Gran Maestre fue tajante:
“Nos quedamos dormidos como idiotas. Hasta la ONU nos ganó. Cómo no se nos ocurrió lo del COVID19. Ahora tendremos que ir detrás de ellos como perritos falderos. PELOTUDOS!! Pónganse las pilas”.
La verdad es que mientras la ONU se ubicaba en la pole position en lo de la pandemia, los “pelotudos” de la OFF seguían insistiendo en que los eructos y los pedos de las vacas son los causantes del calentamiento global y dale que va. Incluso hicieron suyo el lema de la ONU –no muy convencidos, pero algo es algo- de dejar de comer carne. Trataron de salvar lo salvable con eso de que el aire está más limpio y respirable y que hay menos CO2 en la atmósfera.
“¿Vieron? -afirmaban en un posteo en el Instagram-. Pararon de andar las fábricas, los trenes, los autos y los aviones y ahí está el resultado. ¿No teníamos razón?”.
Pero alguien, al interior de los severos claustros de la OFF, salió y dijo:
“Sí, pero que hacemos con las vacas, que siguen comiendo y cagando como siempre. ¿No eran acaso las responsables del calentamiento global?”.
El que sí se recalentó fue el Gran Maestre. Es que hasta en la empresa mejor administrada nunca falta un boludo que meta el dedo en el ventilador y arruine el negocio. Así que el equipo de reparación de daños de la OFF fue expeditamente comisionado para tapar la brecha echando a patadas en el trasero al disidente.
Dudo que la OFF dure mucho tiempo más. Si lo que buscan es acentuar el pánico en época de pandemia y usar el miedo colectivo como materia prima para justificar su existencia pagando espléndidamente a consultores que sacan cualquier verdura con el nombre de “documento”, “estudio científico” o zarandajas por el estilo, están perdiendo el tiempo.
La ONU lo hace mucho mejor.