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¿Redes de derroche e ineficiencia en el Estado o cadenas de valor de la producción en el sector privado?.
La lógica de los administradores tributarios es que, si uno va a cuestionar el sistema, “pague primero sus impuestos y luego cuestione lo que tenga que cuestionar”.
Esto funcionaba hasta hace algún tiempo, cuando todavía le restaba la ciudadano una pizca de confianza en el sistema. Pero a la vista de los abusos, de los privilegios y latrocinios en las arcas estatales, la ecuación se ha invertido y hemos empezado a preguntarnos si tiene sentido seguir manteniendo un Estado que nos sangra hasta el fondo y nos ofrece un servicio tan cuestionable.
PRIORIDADES EQUIVOCADAS – Cuando el ciudadano se pregunta para qué pagar tantos impuestos si todo se va en salarios, bonificaciones, ayudas, subsidios, complementos, horas extra, compensaciones y toda la semántica presupuestaria característica de un Estado rehén de un funcionariado enviciado con privilegios.
Entonces surgen las voces “sensatas” que nos dicen que el Estado es el que mantiene las escuelas y los hospitales y paga maestros y médicos.
¿Sí, ese es todo el argumento? ¿Y cuáles son las prioridades para el Gobierno?
Veamos.
Es evidente que no hacen falta más ejemplos para dejar en evidencia la “lógica” del Estado en su demanda de pago de impuestos: sueldos de hambre para maestros y médicos, investigadores sub-pagados y burócratas con escasa o nula formación académica ganando sueldos del primer mundo.
PAGA SIEMPRE EL MISMO – Mantener estos enclaves de privilegiados financiados con impuestos es un lastre que pesa sobre los sectores de la economía que se manejan con otros factores condicionantes.
Para poner negro sobre blanco:
La aristocracia síndico-burocrática funciona con protección de políticos que disponen arbitrariamente del tesoro público para pagar operadores y movilizar mano de obra electoral. Para estas cáfilas, los conceptos de eficiencia, productividad y austeridad, no existen. Si los impuestos no alcanzan apelan al déficit fiscal para “cerrar” sus cuentas y luego sostener esos enclaves de privilegio aumentando los impuestos. Todo gravitando sobre el sector privado.
Las cadenas de valor de la producción funcionan en base a inversión, planificación, trabajo, rendimiento, eficiencia, productividad y competitividad. Si las cuentas no cierran acuden a la remodelación de deuda o refinanciación, todo gravitando sobre sus propios recursos.
Del sector público recibimos gasto irracional, déficit, educación y salud pública deplorables e incapacidad absoluta para conducir un proceso de modernización del país.
Del sector privado llega la inversión, la innovación, la creación de empleo genuino y la búsqueda de inserción del país en el siglo XXI.
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