Los suecos la llaman «flygskam». Nosotros, no.
Por Cristian Nielsen
Los suecos lo han bautizado –en su idioma, naturalmente- «flygskam«, que se traduce como «la vergüenza de volar«. Es que esta gente lo pensó en serio y llegó a una conclusión. Durante un vuelo, cada pasajero de avión es responsable de la emisión a la atmósfera de 285 gramos de dióxido de carbono por kilómetro, mientras que si viajara en tren sólo descargaría 14 gramos. ¿Se entiende, verdad?
He estado haciendo algunos cálculos matemáticos que, dadas mis limitaciones en la materia, he hecho revisar por un profesor de la materia. La distancia entre Asunción y Madrid, vía aérea, es de 9.187 kilómetros, así que un viaje ida y vuelta implica un recorrido de 18.374 kilómetros. Multiplicando esta cifra por 0,285 gramos (algo más de un cuarto kilo), en un viaje a la capital española, digamos para comer una paella, verlo salir a Felipe VI del Palacio de Invierno o caminar por la Gran Vía, el feliz viajero habrá expelido a la atmósfera 5.236,29 kilos de CO2. Más de cinco toneladas. No es moco de pavo.
Ahora bien. Dado que la delegación paraguaya a la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático que se realiza en Madrid se compone de 44 integrantes, la cuenta se infla un poco. Cuando vuelvan a casa, los pundonorosos enviados se habrán mandado a la atmósfera, en alegre y bulliciosa excursión, ¡230.409 kilos con 96 gramos de dióxido de carbono!
Eso no es nada. A la conferencia asisten delegados de 196 países, en total, unas 25.000 personas, la abrumadora mayoría de las cuales habrá llegado y se irá en avión. ¿Hace falta calcular cuánto CO2 habrán mandado al aire al final del evento?
¿Es que el discurso del presidente salvadoreño Nayib Bukele no les llegó, cuando habló de reemplazar esas multitudinarias convocatorias por teleconferencias, para evitar tantos viajes al pedo? Una charla por skype no tiene el glamour de pasearse por Madrid o Ginebra, pero tendría el mismo resultado. Es decir, casi nada. Con la diferencia que España se ahorraría € 68.000.000 y la atmósfera unos 10 millones de kilos de CO2.
En el caso, por supuesto, de que el CO2 sea un problema, cosa que verdaderos expertos consideran una estupidez.
Pero ese es tema para otra oportunidad.