Después de un cuarto de siglo desde que el acueducto cobró forma en el tablero de diseño, el sediento Chaco central sigue esperando el agua.
Por Cristian Nielsen — Chaco 4.0
Resulta que la historia del acueducto del Chaco central es mucho más larga de lo que pensaba. Con sus 25 años de existencia, duplica largamente el tiempo que le llevó al emperador romano Adriano construir el acueducto en la hispánica Segovia… hace dos mil años.
Todo empezó en 1992 –me confió un amigo que prefiere el anonimato- cuando el Paraguay fue incluido entre los países a los que España favorecería con préstamos de cooperación como parte de los festejos del quinto centenario del descubrimiento. A nosotros nos tocaron unos 300 millones de dólares a larguísimo plazo y bajo interés, fondo aplicable a toda clase de iniciativas, siempre que estas fueran ejecutadas por empresas españolas.
La transición había empezado y parecía que todo estaba por hacerse. Fue entonces cuando mi amigo le propuso al entonces presidente Wasmosy: “¿Por qué no hacemos un acueducto que lleve agua a Filadelfia y Loma Plata? Tomamos el agua del rio Paraguay en Casado y la llevamos al Chaco central. Construimos una ruta paralela y de paso, habiendo agua, creamos un eje de desarrollo agrícola y tambero a todo lo largo”.
La idea parecía buena pero, como ocurre siempre, la política se encargó de perforarla a tiros. Para cuando lograron remendar el globo, Wasmosy había concluido su periodo y su sucesor tenía otras ideas en qué gastar la plata española. La carpeta del acueducto acumuló polvo en los estantes del Estado hasta que quince años después, alguien la encontró, le pasó la aspiradora y se interesó en su contenido.
Así, a la edad de 20 años, el proyecto empezó a caminar, claro que con otras fuentes de financiación ya que el préstamo del Quinto Centenario se había hundido en el pantano de la política nativa a lo largo de cinco presidencias y dos juicios políticos.
No sólo los romanos, hasta los incas lo hacían más rápido y mejor.
Ahora, vuelven a decir que “para fin de año” la obra estaría lista.
Hubo muchos «fines de año» y más «las obras estaran listas» desde que se habló del bendito acueducto.
- En junio de 2010 se anunció que el acueducto se haría en 2011.
- En diciembre de 2014 se había “completado” el 55% del acueducto.
- A fines del 2017 faltaba un 25% para terminar la obra ponerla en servicio.
- Ahora hablan de finales del corriente 2019.
Lo cierto es que con su cuarto de siglo de existencia, desde que cobró forma en el tablero de diseño, el acueducto chaqueño sigue siendo una asignatura pendiente.
Mientras tanto, los habitantes del Chaco central toman agua de lluvia o de donde pueden.