
La Junta Municipal de Asunción podría funcionar con casi 400 empleados menos. Ah, ¿sí? ¿Y qué están haciendo para remediarlo?
El Gobierno –central, municipal, etc.- está lleno de tontos monosilábicos. Un “legislador” municipal, acorralado por periodistas, no supo qué responder a la acusación de que se hace pagar empleadas domésticas con recursos de la Junta Municipal de Asunción, un verdadero clásico entre los burócratas acostumbrados a vivaquear por cuenta de las arcas públicas.
Además de esta clase de imbéciles con cargo electivo, está la otra categoría, la de los cronistas de una realidad que todos conocemos. El presidente de la misma junta afirmó, sin que le temblara la voz, que el órgano legislativo asunceno podría funcionar sin los 384 empleados de más que hoy tiene y que le cuestan al contribuyente más de US$ 2.600.000 al año. El valor -agregamos nosotros- de muchas cuadras de pavimento nuevo o de desagüe pluvial. Esto lo podría decir cualquier periodista más o menos informado. Lo que le cabe al presidente de la junta, que para eso se lo eligió, es anunciar la puesta en marcha de un plan de reducción de personal supernumerario, planilleros para ser más explícitos. En lugar de eso, todo lo que tenemos es una especie de mea culpa vergonzante sin anuncios concretos. Es decir, sin algo que se les pueda creer.
La trampa de estos burócratas es informar que se «rescindieron” equis cantidad de contratos a lo largo del año, argumento falaz, puro humo. Toda la administración pública está llena de contratados que una vez cumplido el ciclo se van a su casa. El verdadero problema son los “nombrados”, los que están fijos y sin cumplir función alguna, que parece ser el caso de los casi 400 clavados en sus sillas de la Junta Municipal, parapetados detrás de la ley del funcionario público y defendidos a capa y espada por hordas de sindicatos municipales, verdaderas máquinas de blanquear supernumerarios. Esto pasa también, y en medida mayor, en el Gobierno central.
No necesitamos más cronistas que nos digan lo que pasa. Lo que necesitamos, y con urgencia, son verdaderos servidores públicos, gente capaz, con propósitos concretos, que cuide el patrimonio estatal y tenga el valor de enfrentar a las pandillas de parásitos políticos cuando deba tomar decisiones a favor de los ciudadanos, que son a quienes deben servir.
Si no es mucho pedir…