El inventario de GEI en elaboración apunta a someter a la producción agropecuaria a los dictados de la ONU.
ASUNCION, 01-03-2020 (Chaco 4.0) — La intrincada red de acuerdos, convenios y compromisos firmados por delegaciones paraguayas están obligando al Gobierno a rendir informes regulares sobre el comportamiento ambiental del país en lo relativo a la emisión de gases de efecto invernadero.
Pese a que los más avanzados estudios indican que el país es actualmente un sumidero de carbono y no un emisor –es decir, captura más carbono del que emite- el MADES se apresta a elaborar su cuarto informe sobre GEI para lo cual deberá contratar una consultoría dirigida a conformar un (sic), “Inventario Nacional de Gases de Efecto Invernadero (INGEI) con serie 1990-2017 de los sectores Agricultura y Uso de la Tierra, Cambio de Uso de la Tierra y Silvicultura (UTCUTS)”.
En el farragoso lenguaje de las organizaciones ambientalistas, el MADES informa que “en el año 2015, el gobierno paraguayo presentó sus Contribuciones Nacionalmente Determinadas (NDC, por sus siglas en inglés) a la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático, que detalla los compromisos nacionales sobre mitigación y adaptación al cambio climático. La meta de reducción de gases de efecto invernadero (GEI) que propone el país es del 20% de las emisiones proyectadas al año 2030, en un escenario BAU (Bussines as Usual, por sus siglas en inglés), siendo 10% de esta reducción incondicional y 10% condicional al apoyo internacional recibido”.
El MADES cree que estas acciones fortalecerían “las capacidades institucionales relacionadas a la gestión de la acción climática, tanto en el MADES, como también en otras instituciones que trabajan en la temática. Además, se espera generar información relevante para mejorar la toma de decisiones y la planificación de acciones a nivel nacional”.
Ahora veamos que horma sujeta al informe que deberá rendir la consultoría pertinente.
A QUIENES VAN A MEDIR – El MADES ha llamado a licitación para la provisión de un servicio de consultoría dirigido a preparar un inventario nacional de gases de efecto invernadero generados por la agricultura y por el cambio de uso de la tierra.
El informe final de esta consultoría involucra, entre otros factores, los siguientes puntos:
- Avance de cálculo de emisiones de GEI (directas e indirectas) de los sectores de agricultura y UTCUTS (Uso de la Tierra, Cambio de Uso de la Tierra y Silvicultura), utilizando la metodología del IPCC.
- Avance de cálculo de emisiones de gases precursores de GEI de los sectores de agricultura y UTCUTS, utilizando las metodologías mencionadas en las guías del IPCC.
- Análisis de incertidumbre, análisis de categorías principales y re cálculo de los sectores de agricultura y UTCUTS.
- Borrador de Informe de Inventario Nacional de los sectores de Agricultura y UTCUTS según estructura establecida en el Apéndice del Anexo I de la Decisión 24/CP.19.
Todo este galimatías burocrático acuñado por la ONU, el IPCC y las organizaciones vasallas que les rinden informes a la medida, podría conducir a atar de pies y manos al sector primario -agricultura y ganadería- del cual depende más del 30% de la economía nacional y el 75% de las divisas provenientes de las exportaciones.
EL QUE MANDA ES EL IPCC – Una reciente comunicación oficial del IPCC señala: “Los gobiernos deben informar sobre sus inventarios nacionales de gases de efecto invernadero, que comprenden las estimaciones de las emisiones y remociones de gases de efecto invernadero a la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (CMNUCC), incluido en el marco de procesos como el Protocolo de Kyoto y el Acuerdo de París”.
Más adelante agrega que “la metodología comprende la formulación de los factores de emisión utilizados para vincular la emisión de un gas de efecto invernadero por una fuente particular a la cantidad de actividad causante de la emisión”.
Queda claro que la “fuente particular” sometida a estudio en esta oportunidad es la agricultura, uno de los sectores más dinámicos de la economía nacional.
DICTADURA BUROCRATICA — En un duro comunicado emitido en febrero pasado, la UGP condenó la “burocracia dictatorial” de la ONU que, “como parte de esa estructura de poder dictatorial, manipula la ciencia y divide a quienes por naturaleza deben trabajar en la hipótesis y la verificación, entre ‘creyentes y negadores’ de un calentamiento global o de un cambio climático. Se recogen firmas, se acude a figuras mediáticas, a influencers y a opinólogos para establecer tesis que la ciencia, por principio, debería postular, investigar, verificar, revisar, cuestionar y volver a comenzar. Hoy son verdades de una fe cuyos artículos del credo establece un grupo de burócratas desde cómodas oficinas en los países dominantes”.
También las cooperativas menonitas del Chaco central condenaron las frecuentes agresiones que sufren desde estos organismos internacionales.
“Desde los países que dirigen las distintas oficinas especializadas de las NN.UU. –manifestaron en una declaración- hemos sido blanco de críticas sobre supuestos malos manejos ambientales sin ni siquiera haber tenido la posibilidad de demostrar con hechos –no teorías- la factibilidad del manejo sostenible de los recursos que con sacrificio llevamos a la mesa de miles de personas en el mundo gracias a la excelencia en el trabajo y la fe en nuestra misión de servir a nuestros semejantes a través de nuestro conocimiento”.
QUE ES EL IPCC — Es el Panel Intergubernamental del Cambio Climático, conocido por el acrónimo en inglés IPCC (Intergovernmental Panel on Climate Change), una organización intergubernamental creada bajo el paraguas de las Naciones Unidas con la misión “proveer al mundo una opinión objetiva y científica sobre el cambio climático, sus impactos y riesgos naturales, políticos y económicos y las opciones de respuesta posibles”.
Los postulados y acciones emitidos por esta organización han sido sometidos a fuerte controversia por miles de científicos que están desmontando, una por una, la mayor parte de sus conclusiones.
Sin embargo el Paraguay, como vemos, sigue atado de pies y manos a un laberinto de acuerdos, convenios y resoluciones que lo someten al inaceptable vasallaje de abstrusas organizaciones ambientalistas.
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