Investigadores de la Universidad de Oxford realizaron comparaciones sobre los efectos de las granjas orgánicas y las convencionales.
MADRID (BBVA OpenMind) — El nuevo siglo ha traído la tendencia opuesta al vaticinio de Isaac Asimov de que la humanidad se alimentaría con comida prehecha o sintética. Sin embargo, la realidad es una vuelta a lo natural, con el consumo de alimentos orgánicos como uno de sus principales estandartes. Y a pesar de que existe controversia sobre si estos productos son realmente más sanos o nutritivos que los convencionales, algo que nadie negaría es que son más ecológicos.
Pero, ¿lo son?
Incluso en este caso, la realidad parece ser más compleja que las apariencias.
Salvando las diferencias debidas a la regulación que cada país puede establecer sobre qué se considera un alimento de producción orgánica, en general se diría que el impacto medioambiental de estos productos debería ser menor debido a que no se emplean pesticidas sintéticos, o químicos, en el lenguaje común.
Pero contrariando lo que una inmensa mayoría de los consumidores de estos productos entiende, la agricultura orgánica sí emplea pesticidas, si bien deben ser asimismo orgánicos. Pero como han advertido algunos expertos, los pesticidas naturales no necesariamente son menos tóxicos que los sintéticos.
Orgánica pero no inocua
La contaminación de los suelos no es el único aspecto en el que la producción orgánica puede incumplir su promesa de sostenibilidad. En 2012, investigadores de la Universidad de Oxford (Reino Unido) analizaron 71 estudios previos para comparar el impacto ambiental de las granjas orgánicas y las convencionales. Los resultados indicaban que las explotaciones ecológicas generalmente acogen un 30% más de biodiversidad y su huella ambiental es menor por unidad de tierra, pero en cambio no siempre es así por unidad de producto: mientras que el ganado vacuno y el cultivo de la aceituna son más respetuosos con el medio ambiente en sus versiones orgánicas, en cambio el ganado porcino, la leche y los cereales generan más gases de efecto invernadero por unidad de producto que sus equivalentes convencionales.
Según la directora del estudio, Hanna Tuomisto, “mientras que algunas prácticas de producción orgánica tienen un impacto ambiental menor que las convencionales, los datos publicados sugieren que otras son en realidad peores para algunos aspectos del medio ambiente”. La investigadora señala que “la gente debe percatarse de que una etiqueta de orgánico no siempre es una garantía del producto más respetuoso con el medio ambiente”.
Uno de los factores que elevan el coste ambiental del producto ecológico es que debe ocuparse más tierra para generar el mismo volumen de alimento, debido al menor uso de fertilizantes. Esta necesidad de dedicar una mayor extensión a la producción agrícola implica una deforestación que reduce la capacidad de almacenamiento de carbono en los suelos.
El efecto final es un aumento de las emisiones de gases de efecto invernadero responsables del cambio climático.