Este miércoles 22, el país sabrá si los 80 legisladores tienen el valor de borrar la ignominia de una ley que cierra el Chaco al aprovechamiento de recursos por los cuales se ganó una guerra cruenta y despiadada.
Hace apenas unos días celebramos 88 años de la Paz del Chaco. Aquel atronador silencio de las armas que estalló el 12 de junio de 1935 se está llenando hoy de otros ruidos, los de la traición.
Cuando en setiembre de 1932 hubo que enfrentar a un enemigo poderosamente armado y atrincherado en Boquerón, miles de ciudadanos vistieron el uniforme, empuñaron el fusil y se lanzaron a pecho gentil a reconquistar el territorio usurpado. No preguntaron, simplemente se alistaron y esperaron órdenes. Fueron los primeros 20.000 valientes ungidos como cruzados de la patria en peligro. Tres semanas después, el reducto enemigo caía a fuerza de coraje y determinación. Mil quinientos paraguayos murieron, quedaron heridos, mutilados o sencillamente desaparecieron en aquella pira funeraria en la que se plantó el hito inicial de la reconquista del Chaco.
HONRAR EL LEGADO — Este miércoles 22, 80 elegidos por la ciudadanía para representar sus intereses tendrán la oportunidad de honrar la gesta chaqueña o burlarse en forma sangrienta de los 30.000 caídos en el campo de batalla. Y también de los centenares de miles de veteranos que atravesaron más de ocho décadas como testigos vivientes e insobornables del más sublime de los sacrificios, el que demanda la Patria.
Veremos de qué madera están hechos los diputados, si del quebracho que aguanta tempestades o del leño podrido que sólo sirve para abonar la tierra.
Los 80 tendrán que definir si borran la ignominia de una ley que cierra el Chaco al aprovechamiento de recursos por los cuales se libró una guerra cruenta y despiadada. Demostrarán, si les queda un resto de patriotismo, su voluntad de equilibrar los tantos. Porque mientras Bolivia saca 45.000 millones de metros cúbicos de gas por día de las proximidades de la frontera con el Paraguay, aquí hemos clausurado el único pozo que operaba extrayendo y vendiendo gas comercialmente aprovechable.
VERGONZOSO — Las razones de esta vergonzosa entrega se fundan en el sometimiento del Paraguay a los mandatos de los cenáculos del ambientalismo extremo que anida en Europa y de donde viene la corriente de dólares que doblega “voluntades”.
No hay otra forma de entender esta inicua capitulación de principios soberanos.
Los diputados no sólo están obligados a rechazar esta legislación anti paraguaya sino que, además, deberán abrir una investigación que exponga a la luz todo el tejemaneje de acuerdos, convenios y protocolos asumidos en forma acrítica e inconsulta por una «élite de expertos” y que hoy someten al país a la extraterritorialidad de legislaciones cada vez más zarpadas e invasivas.
Europa va a la cabeza de estas tendencias con aberraciones tales como el Reglamento UE 2023/1115, una amenaza directa a las exportaciones paraguayas de productos agropecuarios y forestales. O el último delirio, su proyectada ley de restauración de la naturaleza que pone en jaque la producción de alimentos en el viejo continente y condiciona severamente su importación de otras regiones del globo, entre ellas, el Paraguay.
¿SUMARSE A UNA LOCURA? — ¿Por qué el país debe sumarse a esta abrupta emergencia que impulsa a Europa a dictar regulaciones ambientales extremas y, en un rapto de soberbia, a imponerlas a sus socios comerciales?
El Paraguay cuenta con legislación suficiente para garantizar una producción agropecuaria y forestal equilibrada y sustentable. Estamos aprendiendo de nuestros errores y si bien nos quedan materias pendientes, su resolución se dará dentro de las regulaciones soberanas vigentes y con arreglo a todos los compromisos internacionales razonables asumidos por el país.
Elijan, señores diputados. O trabajan para el engrandecimiento del país, o se sacan la careta y confirman su vasallaje a los patrones del fundamentalismo ambiental.
Patriotas o traidores.
No hay otra opción.