Oportunismo descarado y absoluta falta de compromiso en quienes ocupan los ministerios más importantes.
ASUNCION, 09-04-2022 (Chaco 4.0) — Los ministerios del Poder Ejecutivo no son una pasantía rentada ni han sido creados como plataforma para el lanzamiento de candidaturas. Esta función la han inventado los políticos de ocasión, los que tantean el terreno para ver hasta donde pega su perfil personal para ser presidente de la república, senador, diputado, gobernador departamental, intendente o concejal municipal.
La gente ya está harta de políticos nómades que sirven tanto para un lavado como para un planchado. Hoy regentea este ministerio, pasado mañana aquel otro y finalmente aterriza en un tercero como en el viejo juego de la oca: pierde cuatro casilleros, gana tres y sigue participando.
¿Hay algo más importante que la educación pública? Pues bien. En los 33 años de vida democrática llevamos 23 ministros y tres cambios de nombre. El último ocupante de la cartera, Juan Manuel Brunetti, se rindió al canto de sirenas del vicepresidente en ejercicio, renunció al MEC y se acomodó gozosamente en la papeleta del Sr. Hugo Velázquez rumbo al 2023.
¿Qué se puede decir de la seguridad interna, la lucha contra el crimen organizado? Por el Ministerio del Interior pasaron, desde 1989, 32 ministros, a una tasa promedio de 1,03 ministros por año. Uno de sus ocupantes, Euclides Acevedo, bate records de itinerancia, ya que fue ministro de Industria y Comercio, Ministro del Interior y ahora Ministro de Relaciones Exteriores, cargo que dejará a fin de año -según propia expresión- para candidatarse al máximo cargo electivo de la República.
¿Y las relaciones exteriores? Mientras Mario Abdo busca un reemplazante para Acevedo, recién nombrado en el cargo y ya renunciante, el sillón de la Cancillería lo han ocupado sucesivamente 20 ministros. Y eso que hay un montón de asuntos en plena negociación, comenzando por el Anexo C de Itaipú, la tarifa y la cantidad de energía de que dispondremos desde el año que viene. Pero este capítulo no es del interés del actual ministro. Considera más valioso para su ficha personal ir al Palacio de López… o al menos intentarlo.
Estos son solo tres ejemplos de cómo la política de baja calidad entiende la función pública de más alto rango: Oportunismo soez y absoluta falta de compromiso con un país que necesita más que nunca trabajo y dedicación en sus servidores públicos.
En lugar de eso, tenemos un corso de saltimbanquis brincando de cargo en cargo y convirtiendo la República en un casino de oportunidades lleno de apostadores gastándose el tesoro público.