También condena la inversión extranjera directa (IED) y la globalización de la economía.
Cristian Nielsen – Editor
ASUNCION, 17-08-2021 (Chaco 4.0) – En mayo de 2020, el Gobierno presentó el denominado “Plan Nacional de Reducción de la Pobreza “Jajapó Paraguay”. En una parte de la presentación, el informe hace una curiosa descripción del sector primario y presenta cifras y conclusiones que se apartan por completo de la realidad.
Veamos.
“El sector primario, centrado desde hace un par de décadas en dos sistemas poco armónicos: una acelerada expansión del modelo agroexportador, dedicado al procesamiento de materia prima (soja, maíz y carne vacuna mayormente) con agricultura empresarial maquinizada, alta inversión en tecnología, elevada productividad y concentración de capitales y renta y muy baja generación de empleo. Además, extranjerización de la tierra y condiciones tributarias privilegiadas, concentrando, junto con latifundios ganaderos, más del 90% de la superficie disponible para la producción agropecuaria y forestal (MAG, 2008). Y en contraste, la agricultura familiar campesina (AFC), con escasa superficie, intensiva utilización de mano de obra, baja infraestructura y mínima o inexistente rentabilidad”.
Es increíble que este documento, presentado hace menos de un año, concentre tal cantidad de información errónea, incluso contradiciendo estadísticas del propio Gobierno.
CATARATA DE ERRORES — Dice el Gobierno del sector agropecuario:
- Muy baja generación de empleo.
Los redactores del informe desconocen -o pasan por alto, que sería peor- que la actividad agropecuaria genera tanto empleo como la construcción y la industria juntas: 697.190 puestos de trabajo, el 20,2% del total de empleo, según datos proyectados por el INE para 2021. En esta cifra no se incluyen los demás integrantes de las cadenas de valor como las industrias transformadoras que procesan los commodities agrícolas (soja, maíz, algodón, caña de azúcar, carne bovina) así como las semilleras, cadenas de provisión de agroquímicos, servicios agronómicos, veterinarios, extensión agrícola ganadera, institutos de biotecnología, etc.
¿IGNORANCIA O…? — También afirma el Gobierno:
- Condiciones tributarias privilegiadas.
Una vez más, los especialistas contratados por el Gobierno hicieron a un lado lo que el propio Gobierno, a través de estadísticas oficiales, ha dictaminado respecto al aporte impositivo del sector agropecuario. Según datos de la Secretaría de Estado de Tributación (SET), oficina del Ministerio de Hacienda, a setiembre de 2020 el agro figuraba entre los mayores aportantes al fisco. De las 17 actividades evaluadas por la SET, sólo cinco de ellas pagan más impuestos que el agro y la ganadería: minería, aguas y saneamiento, construcción, administración de apoyo y ciencia y tecnología.
La carga tributaria interna es la suma del aporte realizado por las empresas, más las retenciones que les fueron practicadas, menos las que se practicaron a terceros, menos devoluciones. Todo esto en relación a la utilidad antes de impuesto. A esto se suma el aporte patronal. De esta manera, la presión sobre el sector llega al 27,9%. Para ponerlo en perspectiva, la comunicación y la información tributan el 22%, los bancos 21,9% y las inmobiliarias el 15,8%.
¿Dónde está la condición tributaria privilegiada?
CIFRAS VIEJAS — También afirma el estudio encargado por el Gobierno:
- El modelo agroexportador, junto con latifundios ganaderos, concentra más del 90% de la superficie disponible para la producción agropecuaria.
Este es un disparate de marca mayor. Una vez más, los analistas suman tomates con elefantes. Si los “expertos” hubieran hecho un mínimo de análisis serio, habrían comprobado que la campaña 20-21 de la cadena de la soja cubrió un total de 3.700.000 hectáreas de tierras agrícolas, el 23,4% de la superficie de la región Oriental que es en donde se concentra la casi totalidad de la cadena. Es decir, la rentabilidad de la agricultura tecnificada sale de apenas el 9,1% de la superficie total del país. Otra cosa que por lo visto ignoran exprofeso, es que los pequeños productores de menos de 20 hectáreas -modelo típico de la reforma agraria- ocupan otros 2.300.000 hectáreas, el 14,7% de la región. La abultada cifra que pilló desprevenidos -por ser amables- a los expertos autores del trabajo que comentamos, es que la región dispone de otras 6.000.000 de hectáreas, el 38% de la superficie, que sólo admite uso ganadero por ser inundables o no aptas para el uso agrícola. La prueba más palpable es que las tierras expropiadas de Antebi Cue con fines de reforma agraria jamás se convirtieron en colonias por carecer el suelo de aptitud agrológica.
NI AQUÍ ACERTARON — Finalmente, otra perlita del estudio encargado por el Gobierno:
- Extranjerización de la tierra
Según la Academia de la Lengua Española, extranjerizar significa “introducir costumbres o elementos extranjeros en una cultura, lengua, etc., mezclándolos con los propios del país”. Si se acepta el tono negativo que los expertos le dan en su informe al termino “extranjerizar”, todo el aporte que los inmigrantes rusos, polacos, ucranianos, alemanes, japoneses o italianos trajeron al país tendría que ser rechazado por destructivo. Mayor disparate sería imposible concebir.
Pero ahora veamos qué entienden algunos sociólogos por “extranjerización de la tierra”. Un estudio de BASE-IS dice en su presentación: “…se pondrá énfasis en los países extranjeros de los que proceden las empresas que se están asentando en dichas regiones, conectadas con las cadenas de los agro-negocios que operan a nivel de los mercados mundiales”. ¿Será que para estos expertos, términos como inversión extranjera directa (IED), radicación de capitales y economía global son mala palabra?
Pero esperen porque falta la frutilla de la torta. Afirma el estudio: “La intensificación reciente y actual de la extranjerización está generando la creciente y cada vez más crítica exclusión del acceso a la tierra de los campesinos”. En la campaña 20-21 de la cadena de la soja, 43.294 fincas de menos de 20 hectáreas cubrieron 865.875 hectáreas en 10 departamentos. Esto significó, para estos 43.294 pequeños productores una entrada bruta de US$ 1.000 millones solo con la venta de la soja. De la pobreza en que los sumió la quiebra del algodón, los pequeños campesinos emergieron convirtiéndose rápidamente al agronegocio con todas sus ventajas.
Si es con esta colección de inexactitudes, enfoques desactualizados y cargados de ideología que el Gobierno piensa llevar adelante su lucha contra la pobreza, no le compramos el resultado.