Si como dicen es un veneno, ¿porqué no intenta que EE.UU. y China, donde radica el grueso de sus negocios, dejen de producir el 45% del CO2 del planeta?
Cristian Nielsen, editor.
ASUNCION, 21-02-2021 (Chaco 4.0) — Creo sinceramente que le Sr. Bill Gates está equivocado, para ser respetuoso.
¿Qué el ganado de cría es el único responsable de los gases de efecto invernadero que van a matarnos como especie de aquí a pocos años?
El Sr. Gates considera que el CO2 generado por la cría de ganado bovino es un veneno que acabará con la especie humana si no hacemos algo para detenerlo.
El Sr. Gates dice que si preferimos la carne de laboratorio por encima de la que producen los hatos ganaderos desde hace millones de años, vamos a salvar al planeta.
Es curioso este enfoque porque la humanidad es un hecho biológico relativamente reciente sobre la tierra, que puebla en su formato actual desde hace unos 4 o 5 millones de años. Antes de nosotros existían no sólo vacas sino también caballos, bisontes, caribúes, cebras, burros, renos y una enorme cantidad de animales que, aparte de las vacas, comen pasto, lo digieren y expulsan los residuos en forma sólida (bosta), líquida (meada) y gaseosa (pedos y eructos). Un proceso ininterrumpido desde hace…, digamos unos 2.000 millones de años, sin contar con las aves del cielo que respiran, peces del mar y la inmensa masa de insectos voladores o rastreros que pueblan felizmente este planeta.
Pregunta para el Sr. Gates: ¿Por qué demonios no desapareció el mundo durante todos esos miles de siglos poblados de millones de especies tan activas en sus procesos metabólicos?
Así que, siendo la especie humana uno de los eventos más recientes de la vida sobre la tierra ¿cómo es que un suceso tan intrascendente puede poner en peligro la vida sobre el planeta en cuestión de segundos, evolutivamente hablando?
Carne comemos prácticamente desde el principio. Somos una especie omnívora. Es más, hemos empezado a acelerar nuestra evolución desde que dejamos de ser carroñeros, cuando nos alimentábamos con carne de animales muertos, en especial el tuétano de los huesos, y empezamos a comer carne de caza. Y ni qué decir a partir del manejo del fuego, cuando descubrimos que la carne asada se digería mucho más rápido que la cruda. El hecho de que a uno se le haga agua la boca al pasar al lado de una parrilla humeante es una reacción involuntaria que arranca en lo más básico de nuestro adn.
Esto ocurre en forma ininterrumpida desde hace unos 3 o 4 millones de años, y de pronto, en esta última década, descubrimos que si seguimos así vamos a hacer pelota el planeta…
¿No será que el Sr. Gates se está olvidando de algo? Yo creo que sí. Se llaman “emisiones antropogénicas”. Los expertos han acuñado ese término para referirse a los gases que emite la humanidad no sólo por el hecho simple de respirar sino a partir de todas las cosas que estamos haciendo, entre ellas, quemar petróleo en sus mil y una formas.
No, el Sr. Gates no se ha olvidado de eso. Es demasiado inteligente para permitírselo. Sólo que por vaya uno a saber cuál conveniencia, ha comprado la disparatada idea de que los pedos y los eructos de las vacas están arruinando la vida en el planeta. Entonces propone que reemplacemos el churrasco a la plancha por una hamburguesa de carne de laboratorio, que es un cultivo hecho con células previamente extraídas de un animal vivo. Es decir, que para cultivar carne en laboratorio primero hay que matar la vaca. Más honestos me parecen los vegetarianos que han creado las hamburguesas a partir de una suerte de afrecho de soja y un aglomerante hecho Dios sabe de qué, deshonrando, eso sí, la prosapia de la originaria hamburguesa de carne.
Es un hecho evidente que yo no voy a vivir en un mundo alimentado con carne de laboratorio. Y aunque biológicamente sea factible, no permitiré bajo ningún aspecto que me sirvan al plato una porquería semejante. Exigiré, llegado el momento, lo que los franceses llaman “appellation controlée”, es decir, carne de novillo certificada y trazada.
Si al Sr. Gates le preocupa tanto el CO2, haría bien en tratar de influir en su país natal, EE.UU., y en China, economías en las que más invierte y en donde más beneficios obtiene, para que hagan algo más que hablar al pedo respecto a las energías “renovables”. EE.UU. genera el 83% de su electricidad quemando petróleo, gas natural y carbón. China hace lo mismo en un 70%. Eso significa que los dos producen y mandan a la alta atmósfera casi la mitad de los tan criminalizados gases de efecto invernadero.
¿Y nos viene con el cuentito de los pedos y los eructos de las vacas?
Antes de proponer la destrucción lisa y llana de una de las cadenas de producción alimenticia más importantes del planeta, el Sr. Gates haría bien en tomarse unas vacaciones en Bora Bora. Y pensar un poco mejor la idea.
Dicho sea con el mayor de los respetos.
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