La “reforma agraria” la dictan cuatro senadores de la Armada Brancaleone y los industriales de la usurpación de tierras.
Por Cristian Nielsen – Editor
La entrevista concedida por la presidenta del Indert al colega La Nación rezuma datos valiosos. La burócrata revela con claridad la política de los hechos consumados que, en materia de tierras, practica este gobierno. Si antes bastaba el OK del dictador para apropiarse de tierras públicas o privadas, hoy es suficiente la indiferencia cómplice del Presidente de la República y su gaseoso entorno de pillos consumados.
¿Notan el común denominador entre ambas épocas?
Exacto: la justicia inútil, ausente, cómplice, timorata y maleable a los intereses del momento. Esa es la clave. Lo saben los traficantes de tierras de nuevo cuño. Lo saben los invasores profesionales. Lo saben los usuarios del Indert que desfilan incansablemente, uno tras otro/a, por sus oficinas que apestan a negociados, coimas y corruptelas de todo tipo.
Todos, en una lamentable farsa con ribetes de tragedia banquetean con las tierras más valiosas del país…
Porque, ¿han visto ustedes alguna vez que se invadan tierras en Lagerenza, en Pozo Hondo o en las inmediaciones de la antigua Yrendague? No, porque la Hermandad de la Costa, la cofradía de piratas inmobiliarios devenidos senadores y vistiendo la túnica de los “ardientes cruzados de la reforma agraria”, podrá ser filibustera pero no idiota. Tal vez lo hagan más adelante, cuando los ganaderos oligarcas, los sojeros envenenadores de la tierra y los menonitas privilegiados hayan llevado el valor de la hectárea de los US$ 500 de ahora a US$ 5.000, que será cuando el corredor bioceánico esté en plena actividad y haya más frigoríficos e industrias transformadoras, ahora en proyecto. Ah, y cuando haya cobertura total de celulares, internet, más hoteles con aire acondicionado y buenos restaurantes. Porque los luchadores sociales odian vivir en carpas y comer locro con mandioca. Son gente de vino reserva, filet mignon y videocable.
MAQUINARIA DELICTIVA — Volviendo al hilo, ¿para qué demonios sirve el Indert? Administrativamente, es una especie de cuzco lanudo trotando detrás de la estela de olores que dejan los invasores profesionales de tierras y los validadores oficiales con placa de legisladores. Como un dócil falderillo, les menea la cola a todas las “coordinadoras” que pululan como moscas alrededor de tierras que, para ser atropelladas en nombre de la justicia social y la reforma agraira, deben reunir estas condiciones:
- Tener bosques maderables.
- Estar cerca de ruta asfaltada.
- Con valor inmobiliario no menor a US$ 5.000 la hectárea.
Los luchadores se encargarán luego de
- Exigir a la ANDE que les instale un transformador de energía eléctrica con suministro gratis.
- A SENASA que le habilite un pozo de agua
- Y, si no es demasiado pedir, al MOPC que le abra un camino todo tiempo que los saque a la ruta.
Luego estos emprendedores de la invasión se encargarán de
- Tumbar todos los arboles valiosos del entorno usurpado
- Instalar aserraderos para darle valor a los rollos
- Sacar la madera sin guía alguna rumbo al mercado (local o exterior, no importa)
- Dejar “limpios” grandes manchones en medio del monte
- Y acometer el siguiente negocio: plantar, cosechar, procesar y vender marihuana.
Si el ultimo negocio se pudre porque a la SENAD y a algún fiscal despistado se les ocurre cumplir con su deber, queda la posibilidad de alquilar la tierra a algún sojero codicioso, que siempre andan cerca, sobre todo ahora con el grano a US$ 500 en Chicago.
Cuando toda esta maquinaria de perfección delictiva indudable está en marcha y produciendo enormes ganancias, entonces llega el Indert con un planito, agachando las orejas ante los grandes mastines (senadores, “luchadores sociales”, etc.), lista para “lotear” tierras depredadas que, al disponer de titulo definitivo, podrán entrar a la siguiente etapa: ser ofertadas en el mercado y vendidas a alto precio o alquiladas legalmente.
Es lo que los expertos llaman “economía circular”… claro que en el mundo del delito.
DISOLVER EL INDERT — El Indert debe ser disuelto. Solo sirve para validar atropellos bajo su mugroso y harapiento sayo de “desarrollo rural”. El año pasado dilapidó más de Gs. 160.000 millones para nada. No resolvió ningún problema, salvo los que crean los invasores profesionales.
El Indert no sabe cuántas colonias tiene con exactitud, cuántos lotes están nominalmente bajo su administración, cuántos de ellos están verdaderamente ocupados, cuántos auténticos agricultores los trabajan y cuántos están abandonados. La ciudadanía le paga el sueldo a un montón de funcionarios muchos de los cuales “hacen para su extra” a la vuelta de la esquina, transando datos, inventando «excedentes fiscales» donde no los hay y juntando fortunas enormes.
El mejor servicio que puede brindarle al país el Presidente de la República es mandar una ley al Congreso disolviendo esta cueva de negocios sucios y redistribuir su presupuesto entre salud pública y educación, que mucho van a necesitarlo este año.