De los 37.000 millones de toneladas métricas de CO2 generadas por año, Paraguay solo aporta el 0,02%. Ante los foros climáticos, somos acredores, no deudores.
Por Cristian Nielsen
ASUNCION, 26-10-2020 (Chaco 4.0) – La recopilación de datos locales sobre emisiones de gases de efecto invernadero (GEI), especialmente en la producción agropecuaria, apunta a que el Ministerio del Ambiente y Desarrollo Sustentable (MADES) prepara un informe centrado exclusivamente en acciones de mitigación, por encima de las de adaptación, “en algunos puntos o publicaciones, completamente relegada por los objetivos de reducción de emisiones vinculadas a la mitigación” tal como señalan estudios especializados sobre el tema.
MITIGACION VS. ADAPTACION – Según define la World Wild Life (WWF), debemos entender por mitigación “pasar de un mundo impulsado por combustibles fósiles a usar energía limpia y renovable. Además, debemos acabar con la deforestación y restaurar nuestros hábitats naturales hasta que alcancemos emisiones de carbono netas nulas”.
¿Es eso lo que está impulsando el MADES?
En el Paraguay, cada kilovatio de energía eléctrica se genera sin quemar un solo gramo de combustible fósil, record difícil de igualar a escala mundial. Por otro lado, el modelo de desarrollo basado en la producción agropecuaria sustentable está gobernado por leyes ambientales que regulan claramente el cambio de uso de suelo con mantenimiento de áreas boscosas, que es el caso del Chaco.
Cómo define WWF, entre otros, el concepto de adaptación. Dice que “estas acciones pueden incluir la diversificación de cultivos que puedan tolerar condiciones más cálidas y secas o más húmedas, asegurando que la infraestructura pueda soportar climas más extremos”.
Paraguay es uno de los campeones mundiales de la siembra directa, que se basa en cuatro pilares fundamentales: ausencia del revolvimiento del suelo (el arado va al museo), cobertura permanente, rotación de cultivos (que asegura diversificación) y manejo integrado de plagas, enfermedades y malezas. “Es la forma de manejo conservacionista que envuelve todas las técnicas recomendadas para aumentar la productividad conservando o mejorando continuamente el ambiente” afirma el Ing. Agr. Martín María Cubilla, especialista en suelos.
¿Y ENTONCES? – ¿Qué más puede aportar el Paraguay a este discutible compromiso que las autoridades ambientales están insistiendo en imponer al país, con énfasis en la producción agropecuaria?
¿Qué han aportado hasta el momento los grandes contaminadores a la gran “causa CO2” como para que el Paraguay deba acudir a los cenáculos mundiales del ambientalismo con el sombrero en la mano y como pidiendo disculpas?
Veamos y comparemos.
Uno de los últimos reportes de las Naciones Unidas indica que seis países, sobre más de doscientos, son responsables del 67% del CO2 emitido directamente a la atmósfera, unos 37.000 millones de toneladas métricas según registros de 2017.
Esos países son: China (10.877 millones de toneladas métricas), EE.UU. (5.100 millones), Unión Europea (3.500 millones), India (2.500 millones), Rusia (1.700 millones) y Japón (1.320 millones).
Frente a estas monumentales cataratas de CO2, el Paraguay, con su modesto aporte de 6 millones de toneladas métricas anuales, no llega ni al 0,02% de la emisión total en términos absolutos. Y en términos relativos, emite 49 veces menos CO2 que la Unión Europea en toneladas métricas por kilómetro cuadrado de superficie y 16 veces menos que EE.UU. en toneladas per cápita.
¿De qué mitigación habla el MADES si las grandes potencias contaminantes no están pudiendo entrar en el corsé que ellas mismas han armado?
Lo hemos dicho y lo repetimos:
El Paraguay no es deudor sino acreedor en cualquier contabilidad mundial sobre emisión de gases de efecto invernadero. Si vamos a los foros mundiales del tema, hagámoslo para exigir dividendos y no como un pordiosero con cuentas y datos que nadie, en esos interminables laberintos, va a tener en cuenta.
Hace cuatro años ya fuimos allí con un abstruso informe titulado “Enfoques basados en ecosistemas para reducir la vulnerabilidad de la seguridad alimentaria ante los impactos del cambio climático en la región del Chaco de Paraguay”. Tal vez haya servido para renovar algunos fondos de consultoría, asesorías, contratos ad hoc, conferencias y todo el universo que rodea este rentable mundo del ambientalismo profesional.