LOS QUE PAGAN MÁS Y MENOS IMPUESTOS
Según un informe de la SET, el agro tributa por encima del promedio establecido para 17 actividades imponibles.
ASUNCION, 19-09-2020 (Chaco 4.0) – La agricultura y la ganadería integran el primer tercio de las actividades económicas imponibles que pagan más impuestos, según un estudio difundido por la Secretaría de Estado de Tributación (SER), organismo dependiente del Ministerio de Hacienda, tal vez la agencia gubernamental de mayor gravitación en el Gobierno.
Entre las 17 actividades evaluadas por la SET, sólo cinco de ellas –y no son las más que más pesan sobre el PIB- pagan más impuestos que el agro y la ganadería. Ellas son la minería, aguas y saneamiento, construcción, administración de apoyo y ciencia y tecnología.
Los datos fueron difundidos en una presentación de la SET titulada “Presión y carga tributaria – Año 2020”.
En el documento se especifica que la herramienta “es un indicador que mide en términos porcentuales la cantidad de ingresos que los contribuyentes (individuos y empresas) aportan efectivamente al Estado en concepto de tributos en relación al Producto Interno Bruto (PIB)”.
El estudio incluye, especifica la SET, “todas las recaudaciones que se percibe en concepto de tributos”.
CÓMO SE MIDE EL TRIBUTO – Según el documento de la SET, estos son los criterios de medición:
- Carga tributaria interna — Es la suma del aporte realizado por las empresas, más las retenciones que les fueron practicadas, menos las que se practicaron a terceros, menos devoluciones. Todo esto en relación a la utilidad antes de impuesto.
- Carga tributaria con aporte patronal: Es el aporte neto más el aporte patronal. Es decir, utilidad antes de impuesto.
Este es el esquema que rige en todas las categorías de sujetos de tributación alcanzados por la SET, con las actividades agropecuarias entre los principales contribuyentes.
CRITERIOS IMPONIBLES – Según la SET, un contribuyente de categoría pequeña a mediana tributa una escala que va del 17,2 al 25,2%.
En esa franja caen actividades económicas tales como el comercio al por mayor, al por menor (retail, cadenas de supermercados, shoppings, etc.) y talleres mecánicos. También entran las actividades inmobiliarias, la hotelería, las industrias manufactureras, el suministro de electricidad, gas, vapor, aire acondicionado y actividades financieras y de seguros.
Y sigan contando.
En cambio, la producción de alimentos a gran escala -rubro de primera necesidad- entra en la categoría de grandes contribuyentes con una presión tributaria de casi el 30%.
¿Cómo?
¿No era que el agro “no paga impuestos”?
DESTINO DE LOS TRIBUTOS – El dinero recaudado por el Estado tiene dos orígenes principales: la SET y la Dirección Nacional de Aduanas, recursos monitoreados por la Subsecretaria de Estado de Economía (SSEE) y la Dirección del Sistema de Inversión Pública (DSIP).
¿Qué camino toman esos recursos?
Está claro: 76 de cada 100 guaraníes recaudados por el Estado van a gastos corrientes (salarios de funcionarios, horas extra, subsidios, ayudas vacacionales, anuenios, suplementos alimenticios, doble aguinaldo, apoyos vacacionales, seguros privados etc.), a financiar licitaciones amañadas, compras sobrefacturadas y misiones innecesarias.
Para tener una idea del gasto demencial e innecesario del Estado, Paraguay mantiene 18 parlamentarios electos específicamente para el Parlasur, ente al que Argentina, Uruguay y Brasil asisten con legisladores ordinarios destinados a cubrir ocasionalmente (tres o cuatro veces al año) las sesiones de Parlasur.
Pues bien, esos 18 “parlasurianos”, más una treintena de funcionarios afectados a su servicio, cuestan al país más de Gs. 33.000 millones al año. Para financiar semejante derroche, los productores deben colocar, con buena suerte y cotización a favor, unas 18.600 toneladas de soja en Rosario.
REFLEXIÓN – Alan Greenspan, que aparte de ser un connotado intérprete de clarinete se distinguió como presidente de la Reserva Federal (el Banco Central) de EE.UU., dejó esta frase:
“El papel de la Reserva Federal de Estados Unidos es llevarse la fuente de ponche justo cuando la fiesta está empezando”.
Entre nosotros, los políticos codiciosos y oportunistas no sólo se apoderaron de la fuente de ponche sino que hacen cola cada fin de año esperando que se rellene (durante el estudio del PGN en el Congreso) para seguir chapoteando en ella.