Los honorables arremeten una vez más con impuestos a la soja.
Por Cristian Nielsen
Nuevamente la armada brancaleone se pone en marcha y arremete con un recalentado proyecto de creación del seguro para la agricultura familiar campesina. Ya lo había intentado antes el quinteto Filizzola-Pereira-Richer-Lugo-Martínez, con un proyecto similar y también el sexteto Samaniego-Afara-Ovelar-Apuril-Florentín-Santacruz.
Los dos primeros intentos cargaban el fondeo de dicho seguro a rentas generales, específicamente sobre los ingresos correspondientes al IVA y al IRAGRO. El que encabeza Filizzola quedó postergado sine die a pedido de la senadora Ovelar, quien un año más tarde debió hacer lo mismo con su propio proyecto, que ahora resucita con un “detalle” del que carecían los anteriores: el fondeo se haría, según se proyecta, cargando un 0,5% a la exportación de granos “en estado natural”.
Como siempre lo han hecho en este tema, los honorables preparan una ley sin decirle “agua va” a los directamente afectados, los productores.
Y por supuesto, dejando a un lado las características propias de una cadena productiva de la que lo ignoran todo.
EQUILIBRIO INESTABLE – Algo que los industriosos legisladores de la armada brancaleone no van a terminar de entender –en realidad, no quieren hacerlo- es que la producción agropecuaria trabaja sobre variables en permanente equilibrio inestable. Las principales son:
–Costos productivos, que trabaja con insumos, maquinarias e implementos casi totalmente importados. El dólar, de enero a agosto, se encareció un 8,7%, lo que se traslada automáticamente al precio de todos los componentes de costo importados. Y nadie puede asegurar si la divisa se quedará quieta en ese tope o seguirá subiendo.
–Componente climático, que impone reglas imposibles de soslayar, ya se trate de sequías prolongadas, inundaciones o extremos de temperatura. Las recientes heladas podrían provocar una pérdida de casi el 25% sobre la producción de trigo, un componente importante del complejo de la soja. Sobre ese remanente, ¿cuánto significa para el productor un 0,5% de gravamen? ¿Calculó eso la armada brancaleone?
–Mercados oscilantes, impactados constantemente por subas y caídas abruptas en la cotización de granos, todo agravado por el shock de la pandemia agregado a la guerra comercial instalada entre China y Rusia, los dos jugadores más pesados en el mercado de granos. Además, si la Unión Europea prometía recuperar algo del mercado perdido de exportaciones del Mercosur, su majestad Angela Merkel tiene el pulgar horizontal y listo -como un emperador romano en el Circo Máximo- para apuntarlo hacia abajo y acabar con todas las expectativas mantenidas desde hace dos décadas. Nuestra relación con la UE ha estado en caída constante desde 2011, año en que las ventas al bloque europeo significaron el 19,8% del total exportado. El año pasado, apenas el 7%.
–Logística complicada, otro factor gravitante derivado de la mediterraneidad que carga costos sobre el comercio exterior paraguayo. Este año, a las distancias, trasbordos y trabas paraarancelarias, hay que agregar el mayor costo del flete fluvial provocado por la bajante extraordinaria de los ríos Paraná y Paraguay. Para tener una idea de lo que esto significa, transportar una tonelada de soja en la Hidrovía costaba en 2011, US$ 12 la tonelada. Según Grégoire Gauthier, analista del Banco Mundial, en 2018 ese flete había trepado a US$ 48 la tonelada… ¡400% de aumento! ¿Saben, en la armada brancaleone, cuánto implica eso ?. Saquen la maquinita y hagan cuentas.
NI ARGENTINA NI VENEZUELA – La idea de imponer tributos directos a la producción agropecuaria es una copia al carbón de experiencias fracasadas. Decenas de expertos coinciden en que Argentina habría podido duplicar su producción agrícola en cinco años si no pesara sobre ella una carga demencial de “derechos de exportación”, una figura anacrónica y destructiva propia de populismos de extrema izquierda (en realidad, del populismo que infecta a Argentina). Según la Fundación Agropecuaria para el Desarrollo de Argentina (FADA), de cada US$ 100 que genera el campo, US$ 56,4 se los quedan los gobiernos nacional, provincial y municipal, una verdadera procesión de depredadores que ha congelado la capacidad de expansión de uno de los medioambientes agropecuarios más eficientes del mundo.
¿Queremos eso para el Paraguay? Bien, si es así, basta con dar la “palada inicial”. El 0,5% sobre la producción exportable de soja, maíz, trigo, arroz y otros granos “en estado natural” puede parecer poco. Pero así empezó Venezuela y hoy el 85 por ciento de su población está en estado de miseria. Así empezó Argentina y hoy tiene más del 50% de su población pobre.
El campo paraguayo es uno de los grandes contribuyentes del fisco, superando ampliamente a las binacionales y oblando 17 veces más que el sistema financiero. El aporte al fisco, de 2014 a 2016, se produjo a un ritmo de más de 800 millones de dólares por año.
Honorables, rehagan sus cálculos y vean de donde más pueden sacar lo que están buscando.
El campo ya está dando lo suyo. Y más de lo necesario para un Estado enfermo de corrupción que mantiene jerarquías burocráticas millonarias, elites sindicales enviciadas y proveedores mafiosos que acaparan, en complicidad con entornos ministeriales corrompidos hasta la raíz, todas las licitaciones públicas. El reciente escándalo de los insumos de salud pública en estado de emergencia es el ejemplo más patético del grado de podredumbre que ha alcanzado el Estado paraguayo.
No esperen que el campo siga dando más dinero a semejante «walking dead» estatal, .
Nadie apuesta a un cadaver.