Un ejemplo de lo que pueden la alianza de gremios y la investigación y el desarrollo biotecnológicos al servicio de la producción.
ASUNCION (Noticias INBIO) — El Instituto de Biotecnología Agrícola (INBIO) inició sus actividades hace 14 años con el propósito, afirman sus fundadores, “de promover un adecuado acceso al país de los productos derivados de la biotecnología agropecuaria e incorporar ordenadamente los mismos a la producción nacional, así como la promoción y el desarrollo de la investigación de biotecnología”.
La entidad comenzó en mayo de 2006 en la conjunción de siete gremios de la producción:
- Cámara Paraguaya de Exportadores y Comercializadores de Cereales y Oleaginosas (CAPECO)
- Asociación de Productores de semillas del Paraguay (APROSEMP)
- Coordinadora Agrícola del Paraguay (CAP)
- Federación de Cooperativas de la Producción (FECOPROD)
- Asociación de Productores de Soja, Oleaginosas y Cereales del Paraguay (APS)
- Central Nacional de Cooperativas (UNICOOP)
- Asociación Paraguaya de Obtentores Vegetales (PARPOV).
“INBIO cumple 14 años de lucha para el bien del sector productivo, la cadena productiva del Paraguay. Esta institución nació justamente con varios objetivos, el primero es el bienestar de toda la cadena productiva, desde la semilla hasta los agricultores y consumidores”, dijo Simona Cavazzutti sobre el aniversario de la institución que preside.
ORIGEN DE INBIO – “Un grupo de gremios de la producción pensamos que había que trabajar en conjunto para lograr que llegue realmente la innovación tecnológica para todo el país –añadió Cavazzutti-, y que de esa forma tuvieran acceso ordenado a estas novedades tecnológicas”.
La directiva de INBIO agregó que otro de los objetivos de INBIO es promover la investigación. “Era algo que estaba un poco postergado y nosotros vimos esa necesidad. Por eso INBIO promovió las asociaciones, acuerdos y programas de fortalecimiento, con el gobierno, otros centros de investigación, universidades e incluso organizaciones internacionales. También apoyó a instituciones públicas y privadas en proyectos de investigación que desarrollaron en el campo agrícola” destacó Cavazzutti.
Otro aspecto muy importante a tener en cuenta es el apoyo a la capacitación de profesionales, “hacer que los profesionales del área agrícola puedan acceder a maestrías, doctorados, algunos en el exterior, y después volver a Paraguay y aplicar todo lo aprendido acá, en eso INBIO hizo un trabajo valioso, capacitar el capital humano especializado al servicio del sector productivo. También se destaca el trabajo de capacitación que se realiza en 4 escuelas agrícolas, en donde los técnicos incorporan a la malla curricular conocimientos sobre biotecnología, buenas prácticas, manejo de suelo, entre otros”, destacó.
Actualmente, INBIO se ha convertido en un punto de referencia en el país con respecto al uso de la biotecnología, la agricultura sustentable y la investigación misma que, en alianza con el Instituto Paraguayo de Tecnología Agropecuaria (IPTA), ha desembocado en Sojapar.
“Son cinco las variedades de Sojapar que hoy tenemos en el país y dos que se comercializan en el extranjero con muy buenos resultados, lo cual es una gran satisfacción, por lo que vamos a seguir trabajando duro para el sector productivo y toda su cadena. También tenemos las variedades de trigo obtenidas mediante el trabajo en conjunto con IPTA y Capeco”.
EVOLUCION DE LA BIOTECNOLOGIA – Para el ingeniero Hector Cristaldo, presidente de la UGP y directivo de INBIO, “la evolución de la ciencia y la tecnología en los años 90 -con la aparición de la tecnología de los productos transgénicos tal como se los llamaba en ese tiempo- constituyó la base de la biotecnología moderna para la producción agropecuaria y de medicamentos”.
Cristaldo rememora que “en aquella época el productor quería tener acceso a esa tecnología, por entonces no habilitada en el país. Fue entonces que un grupo de gremios relacionados a las actividades del campo nos juntamos y empezamos a trabajar para conseguir la habilitación del punto de vista administrativo y liberar el uso de la biotecnología”.
“Lo que se pretendía en ese momento era la introducción ordenada y el acceso de manera clara y transparente a las tecnologías que permitan apalancar el proceso de desarrollo que entonces el Paraguay estaba impulsando” explica Cristaldo quien invita a ver en perspectiva -veinte y pico años después de la llegada de la biotecnología al mundo y catorce años de la constitución de INBIO- la cristalización de un trabajo que comenzó previamente en del 2002 al 2004 con la habilitación del uso de la soja RR como modalidad de biotecnología habilitada para Paraguay.
“A partir de ahí podemos tener la perspectiva –añade Cristaldo- y hoy vemos el gran desarrollo que tuvo el campo en el Paraguay en dos elementos fundamentales: la siembra directa y el uso de la biotecnología, además de la capacitación permanente, el esfuerzo y la inversión que hace el productor en su día a día”.
UN ALIADO MUY VALIOSO – Cristaldo, finalmente, invita a reflexionar sobre el valor de la biotecnología como aliada de la producción.
“En cuanto a los objetivos trazados, la primera etapa era el acceso ordenado y adecuado a la biotecnología. Eso, que antes era tabú, se logro plenamente. Hoy se puede comprobar que tras veinticinco años de uso ininterrumpido, la biotecnología no sólo no causa ningún daño sino que aporta beneficios al sector productivo. Y ese es un gran avance, un trabajo duro y un camino largo recorrido por todos los gremios y personas que colaboraron en ese proceso” concluyó Cristaldo.