Lo dice el responsable de un organismo que estigmatiza la agricultura intensiva y ataca el corazón de la cadena de valor de la carne.
ASUNCION, 15-04-2020 (Chaco 4.0) — El Secretario General de las Naciones Unidas se ha permitido el atrevimiento de anunciar su propósito de “inundar internet con hechos y ciencia mientras se combate la creciente lacra de la desinformación, un veneno que está poniendo aún más vidas en riesgo».
Rubrica diciendo: «Juntos rechacemos las mentiras y el sinsentido». (Ver entrevista por TelesurTV, el canal de los chavomaduristas)
Y lo dice precisamente el capo máximo de la organización que desde hace casi un año viene impulsando una campaña que ataca directamente dos de las cadenas esenciales para la supervivencia humana: las que producen proteínas rojas, granos y cereales.
Una organización que, además, financia a quienes sostienen que el CO2 es un contaminante que está llevando a la vida en el planeta a una situación límite, cuando en realidad es el componente vital de oxígeno y carbono con el que se construye la vida.
FALACIAS Y EXAGERACIONES – Según la ONU, la cadena de valor de la carne es responsable del 23% de los gases de efecto invernadero y que la agricultura acumula el 70% del consumo mundial de agua dulce. En lo que respecta al Paraguay, esos dos argumentos son fácilmente rebatibles por su inconsistencia.
La agricultura paraguaya y la casi totalidad de las praderas para cría de ganado dependen de la lluvia para mantener sus ritmos vitales de producción. Así que los “expertos” de la ONU harían bien en aclarar a qué se refieren con eso de “consumo de agua dulce”. Además, está claramente probado que la cría de ganado no “produce” más o menos CO2 o más o menos metano. Como todo ciclo vital toma y devuelve al medio natural todos los elementos de los que se nutre.
Esto es biología elemental enseñada en la escuela.
EL COVID LOS EXPUSO – El freno mundial a todo tipo de actividades como uso de vehículos, transporte marítimo, trenes, aviones y funcionamiento de establecimientos industriales de alto consumo de energía y de emisión de GEI, dejó en evidencia que de ahí, y no de la producción agropecuaria intensiva, proviene el grueso de los gases de efecto invernadero. Los sensores remotos reflejan que el aire está más limpio y transparente… aunque la agricultura y la ganadería siguen sus ciclos productivos sin detenerse un instante.
Además de despejar factores e identificar claramente a emisores de GEI, hay toda una corriente de análisis que está empezando a ponderar los efectos beneficiosos de la emisión, sobre todo, de CO2.
Un estudio generado en el Norwegian Institute for Nature Research (NINO) revela que los datos y modelos de los satélites muestran que el calentamiento global podría ser un 25% más alto si no fuera por el efecto de atrapamiento de carbono y enfriamiento de una Tierra más verde durante los últimos 40 años.