Una cadena de eventos negativos desembocó en una drástica caída de la producción. «Necesitamos dos temporadas buenas para reponernos» expusieron la UGP-CAPECO.
«Todo lo que podía salir mal, salió» manifestó el presidente de la UGP Ing. Hector Cristaldo.
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La cadena de eventos negativos comenzó con una letal sequía hacia fines del año pasado, a la que siguieron intensas lluvias, focalizadas y violentas que anegaron cultivos, destruyeron caminos e inutilizaron maquinarias. A estos factores climáticos se sumaron otros, a saber:
* Costos de producción en alza, los más altos en décadas.
* Precios internacionales en bajada, 20% de caída.
* Tasa del 2,5% impuesta por Argentina a la soja paraguaya, mercado a donde en 2018 fue el 67% de las exportaciones.
El resultado:
Fuente: UGP-CAPECO-InBio-BCP
Derivaciones de una campaña negativa
Los gremialistas anticiparon que, aparte de los factores negativos ya señalados, las derivaciones son numerosas y van a impactar todavía durante muchos meses. Algunas de ellas son:
- Disminución de la rotación de cultivos en los campos (usos de plantas de cobertura) para mantener alta productividad, disminución de la erosión, control de enfermedades y plagas.
- Disminución del área sembrada de trigo, cultivo que es financiado por la soja,lo cual pondrá en peligro la provisión de insumos básicos de la canasta familiar, la harina de trigo.
- Restricción del uso adecuado de fertilizantes, ya que el productor deberá limitar el uso de recursos para restaurar costos.
- Caída de inversión en maquinarias e infraestructura en las fincas.
- Disminución del arrendamiento de tierras, ocasionada por el desestímulo de una campaña con bajos precios, inestabilidad climática e incertidumbre de mercado.