Cuando la Ley 1.626/2000 es ignorada, pisoteada y puesta en ridículo por una administración pública prebendaria y sectarizada.
En 2018, la Secretaría de la Función Pública (SPF) gastó Gs. 10.851 millones, de ellos, el 86% destinado a sueldos y otros gastos fijos de la oficina.
La pregunta es: ¿Para qué sirve la SPF? ¿Cuáles son sus funciones, para qué se la creó?
Veamos algunas de sus competencias.
- Proveer un mejor servicio, una gestión eficiente y una administración transparente.
- Seleccionar, admitir, calificar, evaluar y promocionar el personal público, basado en un concurso público de oposición.
- Asesorar a organismos y entidades del Estado para la racionalización en materia de escalafones y proponer criterios para la formulación de la política de remuneración a los funcionarios públicos.
- Aprobar los proyectos de reglamento de selección, admisión, calificación y promoción del personal público.
Bien, eso dice la SPF en sus competencias y atribuciones.
Veamos ahora la realidad, la que se desprende de la descontrolada “semántica presupuestaria” aplicada en las oficinas del Estado.
Esta es una típica planilla salarial en la ANDE. Véase que el funcionario cobra por 13 items diferentes. Goza de tres “ayudas” alimentarias además de otros “beneficios”.
Ahora veamos una facturación salarial en el Banco Central del Paraguay:
Se verá que el funcionario recibe un “adicional por gasto médico de hijo especial”, además de “otros beneficios laborales”.
En el Senado, esta es la remuneración de sus funcionarios jerárquicos.
Este es el salario promedio que cobra un director general, de la decena larga que tiene la Cámara Alta.
En la Entidad Binacional Yacyretá, en tanto, las escalas de subsidios, bonificaciones, compensaciones, etc. alcanzan este nivel:
Es decir, que no basta con que cobre un salario y aguinaldo, sino que es necesario pagarle antigüedad, presentismo (modalidad importada de Argentina), el mantenimiento de familiares, hay que ayudarlo con la comida y, por si fuera poco, pagarle la energía que consume (dos subsidios).
Recapitulemos:
La SFP habla de “racionalización” y de una “política de remuneración”.
Como puede notarse, nada más lejos y, sobre todo, nada tan indignante.