
En EE.UU. hallan que el auge de la producción de comida orgánica no beneficia necesariamente al consumidor.
Un artículo del Washington Post da cuenta de que la venta de alimentos de la “onda orgánica” obtuvieron en 2017 un record de facturación de US% 50.000 millones, según un reporte
Las ventas orgánicas récord en Estados Unidos ascendieron a casi 50.000 millones de dólares en 2017, según la Asociación de Comercio de Productos Orgánicos (OTA).
La definición de comida orgánica se asienta en que se trata de cultivos sin fertilizantes, antibióticos o pesticidas formulados químicamente. Este movimiento arrancó en los 90 con mucha fuerza y con estándares muy altos de compromiso con sus exigencias éticas. De hecho, su avance se asienta en la Ley de Producción de Alimentos Orgánicos aprobada por el Congreso en 1990. Pero con el paso de los años, esta autoexigencia comenzó a ceder paso a otros determinantes, como la competitividad en el mercado.
“Aunque los alimentos orgánicos todavía representan sólo el 5,5 por ciento de los alimentos vendidos –señala el diario- su crecimiento año tras año ha sido meteórico y sigue las leyes de la agricultura convencional: Crecer o desaparecer».
Esto ha obligado a los organismos de control de la producción orgánica a elevar los estándares de certificación y a controlar estrictamente a los agentes certificadores que son contratados por los agricultores para calificar sus productos. “Pero –advierte el Washington Post- se encontró una variación significativa en la forma en que los certificadores interpretan las regulaciones, variación que frecuentemente beneficia a las grandes granjas corporativas y deja en desventaja competitiva a aquellos que se comportan éticamente”. En suma, una vez más: grandes negocios no siempre van de la mano con la ética. ¿Por qué? Esencialmente porque los certificadores son pagados por las granjas y empresas de alimentos que certifican, lo que puede hacer que las relaciones sean “muy amigables” y, en muchos casos, inescrupulosas.
Son tres los renglones de consumo que hoy son puestos bajo la lupa: la leche, los huevos y la hidroponía, es decir, frutas y verduras cultivadas sin tierra.
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