El genuflexo ambientalismo extremo paraguayo ante sus patrones de ultramar impide extraer nuestro propio gas natural.
ASUNCION, 21-03-2022 (Chaco 4.0) – Mientras Europa entra en pánico por el corte del gas ruso y se vuelca al carbón y al fuel oil para calentarse y generar electricidad, en el Paraguay nos privamos de tener nuestro propio gas por culpa del ambientalismo extremo que pudre gran parte de los organismos del Gobierno. Perdemos el tiempo en estúpidos plancitos de “créditos verdes” y zarandajas por el estilo que para lo único que sirven es para que las consultoras y los “especialistas ambientales” cobren contratos, viáticos, pasajes y encarguen primorosos videítos y filminas con los cuales mantener el chorro de dólares fáciles. También sirven para congelar cualquier iniciativa de hacer entrar al Paraguay en la industria del gas que existe en toda Sudamérica, menos en el Paraguay.
CODICIA DESENFRENADA – La única empresa paraguaya que extrae gas en el Chaco está en Gabino Mendoza. Allí logró producir combustible suficiente para comprimirlo y vendérselo a la ANDE en su usina de Bahía Negra. Todo iba bien hasta que a un par de cernícalos del ambientalismo extremo se le ocurrió meter una ley que le prohíbe a la empresa -concesionada por una ley anterior- seguir operando. Esa tarea destructiva contó con el entusiasta apoyo de cierto empresariado privado y los infaltables honorables del Congreso abiertos a legislar por encargo cualquier cosa.
Y allí están los frustrados pioneros del gas natural paraguayo, con equipos paralizados, capital que se derrite como manteca y acumulando años de atraso en el programa de inversiones que tenía diseñado.
¿Burócratas obtusos? Más bien habría que hablar de miserables codiciosos dispuestos a destruir cualquier competencia que amenace sus intereses particulares que son bien visibles: gas comprado en Bolivia, diesel y nafta de ultramar, grupos generadores movidos a fueloil y, como agregado final a la bandeja de negocios, paneles solares importados de China. Falta otro componente de este ciempiés, los aerogeneradores que seguramente vendrán también de China. Paneles y molinos buenos, bonitos y baratos… hasta que el viento sople más de la cuenta o al sol se le vaya la mano.
GAS PARA EL DESARROLLO – El gas natural disponible en el subsuelo chaqueño da para que empresas de cualquier parte del mundo vengan a invertir en su explotación. La única que hasta hoy demostró en forma práctica tal posibilidad es PCM, fundada por un pionero de la industria, Primo Cano Martínez.
La persistente miopía de los políticos sumada al reparto de dividendos sucios de los negocios privados, todo condimentado bajo la farsa de un ambientalismo degradado, completa un combo mafioso que cierra el paso a cualquier iniciativa que pudiera expandir la matriz energética con opciones 100 por ciento nacionales.
El gas de Gabino Mendoza podría mover centrales térmicas estratégicamente ubicadas en territorio chaqueño, para comenzar. Hay enormes emprendimientos agropecuarios en progreso que hoy deben producir energía con sus propios sistemas de generación o padecer las frecuentes interrupciones en el suministro de ANDE. Si algún gobierno del futuro -del actual hay que olvidarse- se decide a diseñar y poner en práctica una política de Estado de energía, con el Chaco como un desafío principal, se abrirían posibilidades prácticamente inagotables para el desarrollo.
FALTAN PATRIOTAS – Pocos kilómetros al noroeste del Alto Paraguay, en las regiones de Tarija y Chuquisaca del sur boliviano, han encontrado un yacimiento de gas de tal magnitud que asegura a Bolivia combustible suficiente para varias décadas de consumo interno y de exportación, con Argentina y Brasil como clientes principales.
Cerca de allí, en territorio paraguayo, hay también gas suficiente para abrir nuevas fronteras tecnológicas y de negocios. Pero para ello hace falta un turno de gobernantes que limpie la función pública de los parásitos y mafiosos que usan el poder público para labrar fortunas nuevas o engordar las ya existentes.
Faltan patriotas y sobran piratas travestidos de “hombres de negocios”.