Sostuvo la economía castigada por el COVID19.
Cristian Nielsen – Editor
Una vez más el campo funcionó como paracaídas de amortiguación.
Se sabía, desde el estallido del COVID19, que este sería un año duro, con pérdidas enormes para la economía con desempleo y cierre de empresas, en especial las mipymes, que son, a la vez, las que más empleo generan pero que padecen una crónica vulnerabilidad.
Prácticamente todos los renglones de la economía cayeron verticalmente, con cifras cercanas al desastre para todos ellos.
Todos, menos el campo.
Los tractores siguieron funcionando, las cosechadoras recogiendo frutos y las sembradoras detrás del último rastrojo, plantando la próxima cosecha.
Agua, sol, tierra, CO2 y trabajo perseverante asociado a la biotecnología y las buenas prácticas agropecuarias siguen haciendo marchar ese mecanismo casi milagroso de producir granos, oleaginosas, forrajes, ganado y derivados de la cadena láctea.
Los granjeros siguieron cuidando huertas, sacando a las ciudades sus productos frescos y frutas de estación que no faltaron un solo día en los anaqueles de supermercados, autoservicios y pequeñas ferias barriales.
Y mientras estos pequeños productores garantizaban la comida de todos los días en la mesa familiar, los grandes consolidaban la cadena de productos exportables que dejaron al cabo de los seis primeros meses de año casi 2.000 millones de dólares en ingresos genuinos.
Las cuentas de medio año del Banco Central son elocuentes. La pandemia y la consecuente cuarentena golpearon dura, despiadadamente, al comercio exterior, derrumbando las re-exportaciones, contrayendo las importaciones en porcentajes casi inéditos y paralizando la construcción, las galerías comerciales, el dinámico mundo de la gastronomía y el no menos activo sector del entretenimiento.
Sólo el campo, en sus formatos de micro, pequeñas y medianas fincas agropecuarias, así como los emprendimientos de gran porte, lograron equilibrar, aunque sea parcialmente, las grandes cuentas nacionales.
Tal vez el segundo semestre las cosas tiendan a nivelarse aunque el proceso será lento y doloroso. El campo, que entrará en su segundo semestre, seguirá siendo el puntal que ayude al país a sostener su economía y esperar, mejor parado, la compleja etapa de la recuperación post pandemia.