Es imprescindible evitar todo tipo de interrupciones mecánicas con rastras, arados, etc. para no retroceder en el tiempo.
Este artículo tiene como fin recordar la importancia del sistema de siembra directa siguiendo sus principios básicos para seguir conservando y aumentando la calidad y capacidad productiva de nuestros suelos, para incrementar la rentabilidad del negocio.
Es imprescindible evitar todo tipo de interrupciones mecánicas con rastras, arados, etc. para no retroceder en el tiempo, con pérdida considerable de suelos por erosión, pérdida de materia orgánica y de la fertilidad del suelo; y de esta forma la capacidad productiva de los suelos comprometiendo la producción de alimentos y el crecimiento económico en el futuro.
La siembra directa puede ser definida como un sistema de siembra en suelo no labrado, mediante la abertura de un surco estrecho, apenas de ancho y profundidad suficiente para obtener una cobertura adecuada de la semilla después de la siembra. Ninguna otra labranza del suelo es realizada (Phillips & Young 1973).
EL RECURSO MÁS PRECIADO
Primeramente, recordemos que el suelo es el recurso natural más preciado e importante dentro de una propiedad agro ganadera. Conociendo esta importancia, muchos productores no le dan la debida atención, lo que hace que con el tiempo el suelo sufra una degradación y sea menos productivo y sustentable.
La sustentabilidad de la agricultura depende, entre otros factores, del uso de prácticas conservacionistas que minimicen la degradación de los suelos y reduzcan sus pérdidas. El suelo merece una atención especial ya que su uso responsable y adecuado torna la actividad agrícola viable económicamente y sin daños al medio ambiente.
La filosofía del sistema de siembra directa (SSD) tiene en su esencia el equilibrio del ecosistema, ya que posibilita la autosustentación en términos económicos, sociales y ecológicos. La siembra directa al principio procura recuperar los suelos de baja aptitud y capacidad agrícola, determinando que pequeños, medianos y grandes productores permanezcan trabajando en sus propiedades: “Es el sistema de exploración agrícola que mas se aproxima del equilibrio de la naturaleza”.
Finalmente, el SSD es el único sistema de producción agrícola que cumple a cabalidad los requerimientos de una producción agrícola sustentable inclusive bajo condiciones extremas de clima y suelo (Derpsch, 2010).
LOS CUATRO PILARES
El SSD tiene su fundamento en
- la ausencia del revolvimiento del suelo,
- en su cobertura permanente,
- en la rotación de cultivos y
- en el manejo integrado de malezas, plagas y enfermedades.
El hecho de que el suelo no es labrado y de que permanece permanentemente cubierto con residuos vegetales tiene como resultado un eficiente control de la erosión, el secuestro del carbono atmosférico en el suelo, un aumento de la actividad biológica del suelo, una mejor conservación del agua y mayores retornos económicos a través del tiempo (Derpsch, 2010).
La diversidad de especies cultivadas en rotación y a lo largo del tiempo o por la integración agricola – ganadera, son de fundamental importancia para mantener la cobertura del suelo, y mejorar la calidad de los mismos. La adopción de métodos integrados para el control de malezas, plagas y enfermedades, donde el efecto de supresión por causa de los restos vegetales mantenidos en la superficie (cobertura permanente) y por la diversificación de cultivos complementarán o, hasta inclusive, substituirán el control químico (Muzilli, 1981, 1991).
Estos son los cuatro pilares fundamentales del sistema, pero además vale destacar la importancia de la inclusión de abonos verdes como cultivos de cobertura (AVCC) en la rotación de cultivos, que son una herramienta más que indispensable dentro del sistema productivo y deben ser sumadas a la planificación y costos de producción comercial de granos.
CÓMO ARRANCAR
Una de las dificultades en la implantación del sistema está relacionada con la concientización del productor cuanto a la importancia y a la necesidad de su adopción, una vez que las dificultades materiales o técnicas puedan ser fácilmente superadas.
Se recomienda que sea iniciada en áreas no superiores a 50 hectáreas, para que el productor pueda tener perfecta adaptación a la nueva forma de administrar las actividades, principalmente aquellas ligadas a la siembra y al control de malezas.
La implantación en grandes áreas puede generar frustraciones, llevando al abandono del sistema. Deben ser elegidas las mejores áreas de la propiedad (mas uniformes, planas, química y físicamente corregidas y con pocas malezas). Es conveniente aumentar las áreas solamente después de dominar totalmente el sistema.
LOS REQUISITOS
a) El productor debe estar permanentemente predispuesto y consciente a aceptar una nueva fórmula de manejar el ambiente suelo-planta-agua;
b) Entrenamiento y capacitación. Para iniciar este sistema es necesario que el productor adopte y domine los principios de conservación de suelos;
c) Disponer de asistencia técnica especializada;
d) Áreas sin problemas de compactación, de erosión y de malezas de difícil control, cuánto más degradado y pobre química y físicamente esté el suelo, más se tardará para que los efectos benéficos del sistema se manifiesten;
e) Elegir correctamente máquinas y equipamientos, sobre todo sembradoras especificas;
f) No quemar los restos culturales. La paja representa cobertura y abono para el suelo, además de evitar la erosión;
g) Abonos verdes como cultivos de cobertura del suelo. Se recomienda cultivar especies que tengan una elevada producción de biomasa para una buena cobertura y sistema radicular agresivo y abundante. La época de manejo es muy importante;
h) Rotación de cultivos. No sembrar siempre el mismo cultivo en la misma área, programando un esquema organizado de rotación y diversificación. Esta práctica asume un papel extremadamente viable de la siembra directa y a la producción de biomasa para la protección del suelo, principalmente en la relación al control de malezas, plagas y enfermedades;
i) Manejar adecuadamente la cobertura y la fertilidad del suelo; con un buen plan de muestreo, análisis, interpretación de los resultados analíticos y de un programa específico de fertilización para una adecuada nutrición de cultivos.
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