Estoy con los que en lugar de quejarse, actúan y aseguran el futuro de la especie humana.
Por Cristian Nielsen
Me molestan mucho los profetas del apocalipsis que pronostican desastres desde programas de televisión muy glamorosos. Hoy domingo 24 de noviembre vi a uno de esos. El tipo decía estar muy preocupado por el futuro de los 7.800 millones de seres humanos que hay en el planeta, de cómo se van a resolver los grandes problemas de alimentación… mientras disfrutaba de la mesa de Mirtha Legrand cuyo tendido cuesta unos US$ 20.000 cada domingo. Del gasto en iluminación, insumos alimenticios, camarógrafos, asistentes, cachets de concurrentes y profit de la propia anfitriona producto de la pauta publicitaria que induce al consumo… mejor ni hablar. Es una regla de la industria.
Entonces, ¿en qué quedamos? ¿Somos parte del problema o de la solución?
A mí me tienen un poco cansados los heraldos del desastre, que condenan el consumo, satanizan el comer carne y propalan el veganismo como camino de salvación… no sabemos de qué, pero lo propalan.
Pienso que proponen una especie de vuelta al cuaternario, cuando nuestros ancestros atropoides gastaban la mitad del día masticando hierbas para alimentarse, con el resultado de grandes mandíbulas y diminutos cerebros. Eso empezó a cambiar cuando sus sucesores, los neanderthales, aprendieron a comer carne, incorporando proteínas complejas e hidratos de carbono y arrancando con una evolución cuyo resultado fue el achicamiento de las mandíbulas y el aumento del volumen cerebral. De ahí venimos.
Pienso que es hora de anotarse. En qué parte del mundo estamos:
- Los que condenan el modelo actual de desarrollo y no proponen nada, salvo una “vuelta a lo natural”.
- O los que trabajan para mejorarlo y para ampliar su potencial de sustento para la humanidad.
Si tuviéramos que depender de la agricultura del medioevo, hace siglos habríamos desaparecido como especie.
Si hubiéramos seguido el estilo tradicional de arado y monocultivo –monocultivo real y no la mentira que hoy se propala-, nuestro destino sería un planeta desértico.
Felizmente el mundo está tomando otra dirección.
El arado ha sido confinado a los museos, y la siembra directa es hoy la norma en las sociedades avanzadas, entre ellas, el Paraguay.
Aliada a la siembra directa, está la biotecnología que desarrolla semillas con mayor potencial de germinación y de resistencia al estrés hídrico y a las enfermedades.
Todos estos avances han permitido duplicar, triplicar y hasta cuadruplicar los rindes de rubros como el maíz, el trigo, la soja, el girasol y el arroz, granos y cereales vitales para la alimentación humana en primera instancia, y de especies animales –bovinas, suinas, avícolas, ovinas, etc.- en segunda instancia, que aseguran una cadena creciente de sustentabilidad para la especie humana en explosiva expansión.
Así que, ¿de qué lado estás?
- 1° — De los llorones que se lamentan de un mundo que ya no está o que se está transformando en contra de su voluntad.
- 2° — O de los que se han puesto al mando del proceso y conducen la transformación que va a asegurar la supervivencia de la especie humana.
Yo, sin dudar un segundo, estoy con los segundos.
Los que hacen, los que proponen, los que aseguran el futuro de la especie humana.