¿Cómo marca su territorio un ave de presa rodeada de cemento, vidrio y acero?
Los ambientalistas tendrán seguramente mucho que decir ante la foto del taguató perplejo ante una pared de vidrio, a tres pisos de altura.
Los moralistas no perderán la oportunidad de sacar robustas y abundantes moralejas.
Los filósofos aprovecharán el momento para emitir certeras reflexiones sobre los eternos conflictos entre el hombre y la naturaleza.
Los estudiosos de la vida animal aprovechan estos episodios captados por las cámaras ubicuas para examinar el comportamiento de la vida silvestre supérstite.
En el mapa genético del ave, transmitido durante miles de años de generación en generación, ese extraño obstáculo no debería estar allí. Su inconsciente le dice que, como ayuda de vuelo y navegación, en ese sitio tendría que haber árboles, colinas, cursos de agua, arena…
La actitud del halcón ante el cristal que refleja a un extraño amenazante (él mismo) es un desafío a su territorialidad, un espacio muy amplio, su territorio de caza.
Pero la ausencia de temor indica que se ha adaptado a estas nuevas condiciones impuestas a su especie y que obedece a una implacable ley natural: adaptarse o morir.
Un halcón en la ciudad. Toda una parábola.